Embarazadas

Embarazadas

viernes, 20 de junio de 2014

32° audiencia

La jornada del miércoles 18 de junio de 2014 comenzó con la declaración de José Luis Cavalieri por teleconferencia desde Roma, quien solicitó declarar sin público. José Luis permaneció secuestrado en La Cacha durante 1977.
Su declaración fue extensa y muy detallada. José Luis fue secuestrado el 3 de mayo de 1977 con María Elvira Luis en Ensenada. Él era militante de Montoneros y era conocido como Chango.
En La Cacha fue interrogado bajo tortura con golpes, asfixia y paso de corriente eléctrica. Allí permaneció secuestrado hasta los primeros días de septiembre de 1977, cuando fue trasladado con María Elvira Luis a la Comisaría 8va de La Plata. En esa comisaría permaneció cerca de una semana y luego fue alojado en la UP 9. De allí le permitieron salir del país y se exilió en Italia.
Entre las personas secuestradas mencionó a Carlos Esteban Alaye, Raúl Alberto Depaoli, Patricia Pérez Catán, Néstor Daniel Torrillas, Patricia Nora Rolli, Carlos Enrique Rolli, Félix Eduardo Picardi, Susana María Marrocco, Cristina Lucía Marrocco, Carlos Alberto Moreno, Mario Oscar Gallego, Rodolfo Jorge Axat, Ricardo Antonio Herrera, Elba Leonor Ramírez Abella, Roberto Luján Amerise, Jorge Oscar Galmes, Alberto Omar Diessler, Carlos Adalberto Mazza, Ricardo Victorino Molina, Roberto René Achares, Daniel Crescimbeni, Graciela Irene Quesada, Guillermo Marcos García Cano, María del Carmen Morettini, María Magdalena Mainer, Pablo Joaquín Mainer, Samuel Leonardo Slutzky, José Andrés Duró a quien llamaban Jesús, María Elena Isabel Corvalán, Jorge Enrique Pérez Catán, María Ilda Delgadillo, César San Emeterio.
De la Comisaría 8va recordó a Néstor Daniel Torrillas, Carlos Enrique Rolli, Alberto Omar Diessler, Roberto Luján Amerise, Daniel Crescimbeni, Patricia Pérez Catán.
De la UP 9 a Néstor Daniel Torrillas, Alberto Omar Diessler y Daniel Crescimbeni, Horacio Rapaport, Ángel Georgiadis.
Entre los guardias y torturadores de La Cacha mencionó a El Francés, El Oso, Pituto, Daniel, Carlitos el Bueno, Carlitos el Potro, Carlitos el Misionero, Carlitos el Cordobés, Pollo, Suave, Gallego, El Griego, Palito, Pablo, Marpla, Jota, Mister X, Mostaza, Tarzán, Abadón, El Amarillo, El Inglés.

A continuación declaró José Carlos Barroso, quien fue parte del Servicio Penitenciario Bonaerense. Indicó que lo dejaron cesante en noviembre de 1975 y que durante su servicio conoció a los aquí imputados Héctor Raúl Acuña e Isaac Crespín Miranda. También señaló que el telegrama en el que le comunicaban la cesantía había sido firmado por Jaime Lamont Smart, también imputado aquí, y destacó que Smart integró la Cámara Federal en lo Penal conocida como “El Camarón” o “La Cámara del Terror”.
Barroso también dijo haber sido designado para cumplir funciones en el Cuartel de Seguridad como jefe de traslado de detenidos del Servicio Penitenciario Bonaerense y haber pertenecido a una agrupación justicialista dentro del mismo. También fue oficial de inteligencia y recibió el entrenamiento correspondiente. Dijo que el Servicio Penitenciario fue formado en Inteligencia por el Ejército y que se dictaron cursos desde 1970, impartidos por personal superior.
También afirmó que el Comando de Operaciones Tácticas fue el nexo entre las fuerzas armadas y las fuerzas de seguridad en general en 1976. Este comando estaba a cargo del Ejército y funcionaba en la Comisaría 2da de La Plata.
Su declaración fue confusa y cuando el tribunal quiso dejar en claro sus manifestaciones, leyendo las declaraciones que realizó ante el juzgado que tuvo a su cargo la instrucción, fue peor. Barroso dijo que firmó las declaraciones pero que su contenido no se correspondía con lo que él hubiera podido decir.
Las declaraciones cuestionadas versaban sobre la conformación de un grupo de efectivos de Inteligencia del Servicio Penitenciario Bonaerense, su accionar en La Cacha y la distribución de edificaciones dentro del predio en el que funcionó el campo de concentración.
Las personas a las que habría hecho referencia con sus apodos serían Héctor Raúl Acuña, conocido como El Oso, Garra Siniestra o Cara de Goma; Víctor Ríos, conocido como Cucharada de Moco o Puente Roto; Julio Barroso, conocido como El Negro; un hombre de apellido Monzón, conocido como Gallito; Gustavo Schwarzach, tal vez conocido como Marpla e Isaac Crespín Miranda conocido como Pamperito o Pampero.

Al finalizar esta declaración, el tribunal informó que Rubén Gustavo Jaquenod, quien estaba citado para declarar por su secuestro, solicitó personalmente que lo exhimieran de declarar en esta oportunidad ya que representaba una situación muy traumática para él, lo cual fue aceptado por el tribunal.
Sobre el testigo Esteban Alejandro Vera, médico que intervino en el nacimiento de los hijos de María Rosa Tolosa y Juan Enrique Reggiardo, se informó que fue constatado por la Policía Federal que no puede declarar por razones de salud.


La próxima audiencia fue convocada para el miércoles 25 de junio a partir de las 10.30 hs. Se prevé la declaración de Ana María Barletta.

jueves, 19 de junio de 2014

Cronograma de audiencias

La próxima audiencia fue convocada para el miércoles 25 de junio a partir de las 10.30 hs. Se prevé la declaración de Ana María Barletta.

martes, 17 de junio de 2014

El pediatra que atendía a los mellizos Reggiardo Tolosa declara en en el juicio por los crímenes del CCD La Cacha

(Gacetilla de prensa)

Abuelas de Plaza de Mayo informa que mañana, miércoles 18 de junio a partir de las 10, continúan las audiencias por los crímenes de lesa humanidad cometidos en el Centro Clandestino de Detención (CCD) La Cacha durante el año 1977, que alcanza a 135 víctimas, entre ellas siete embarazadas. En esta oportunidad declararán los testigos José Luis Cavalieri, por video conferencia, desde Roma; José Carlos Barroso y el médico pediatra Esteban Alejandro Vera, quien atendía a nuestros nietos Gonzalo y Matías Reggiardo Tolosa mientras estuvieron en la Unidad 8 de Olmos previamente a que ser secuestrados por el represor Samuel Miara.

El caso de los mellizos
María Rosa Tolosa nació en La Plata el 31 de diciembre de 1952 y Enrique Reggiardo, el 2 de febrero de 1953 en la localidad de Florencio Varela, provincia de Buenos Aires. Ambos militaban en la organización Montoneros. La joven fue secuestrada el 8 de febrero de 1977 en la localidad de Florencio Varela, embarazada de seis meses y esperaba mellizos. El joven fue secuestrado el 9 de febrero del mismo año en su lugar de trabajo en la localidad de Lanús Este. La pareja fue vista en el CCD "La Cacha" y, posiblemente, hayan pasado por el CCD "Pozo de Arana". El 16 de mayo de 1977 María Rosa fue trasladada a la Cárcel de Olmos donde dio a luz dos varones. Por denuncias de familiares de otra detenida, Abuelas de Plaza de Mayo comenzó a investigar la posibilidad de que los mellizos inscriptos como hijos propios por el subcomisario Samuel Miara, fueran los hijos de este matrimonio. Cuando en 1986 el juez ordenó los análisis inmunogenéticos, Miara junto a su esposa y los niños se fugaron al Paraguay. Cuando se consiguió la extradición y los niños volvieron al país, se realizó la pericia genética en el BNDG que en octubre de 1989 confirmó que los niños eran los hijos de María Rosa y Enrique. En 1993 la justicia les restituyó su verdadera identidad.

El juicio
Este proceso contempla tres causas con 21 imputados. Entre los casos que se juzgan se incluyen además del caso de María Rosa Tolosa de Reggiardo, los de las embarazadas desaparecidas Graciela Quesada, Laura Carlotto, Olga Casado, María Elena Corvalán y Cristina Lucía Marrocco de Picardi. También, los casos de la embarazada liberada Elsa Mattía y de Ana María Caracoche, madre de los nietos restituidos Felipe y María Eugenia Gatica Caracoche.
Las audiencias se desarrollan los miércoles y viernes en la sala de la ex Amia (Calle 4, entre 51 y 53, La Plata) y se transmiten por medio del portal del Centro de Información Judicial de la Corte Suprema de Justicia (www.cij.gov.ar).
Esperamos contar con su presencia y su colaboración en la difusión de esta información para alcanzar justicia para nuestros hijos e hijas desaparecidas y nuestros nietos y nietas apropiados.

Ciudad de Buenos Aires, 17 de junio de 2014.

31° audiencia

En la jornada del viernes 13 de junio de 2014 se realizó una inspección ocular en el predio que ocupó La Cacha.
La inspección comenzó a las 10.00 hs y participaron Norma Lidia Aquín, María Laura Bretal, Silvia Inés Cavecchia, Martín Daniel Castilla, Claudio José Fortunato, María Inés Paleo, Héctor Javier Quinterno y Alfredo Aurelio Tarruella, quienes permanecieron secuestrados en el lugar entre 1977 y 1978. Asistieron los jueces, Carlos Alberto Rozanski, Pablo Jantus y Pablo Vega y personal del tribunal. También las querellas y el defensor Martín Adrogué, periodistas y familiares de personas secuestradas en La Cacha.
En 1981 el edificio en el que funcionó La Cacha fue tirado abajo. Años después la CONADEP hizo un relevamiento del terreno. En 2010, en el marco de una causa judicial, se realizó un nuevo reconocimiento del lugar con personas que habían permanecido secuestradas allí.
En esta oportunidad, el ingreso al predio se realizó por la Calle 52. Allí se ubica la barrera y control de entrada al Centro de Capacitación y Reentrenamiento Permanente del Personal Penitenciario “Suboficial Mayor Cipriano Juárez” que funciona en el lugar. Después de un recorrido de casi 200 mts se encuentran los restos de lo que fue La Cacha.
El 4 de junio de 2012 comenzaron las excavaciones para dar con los que podía haber quedado del edificio. Estas estuvieron a cargo del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) y se llevaron adelante en el marco de la causa que investigaba los crímenes cometidos en La Cacha, que tramitaba el Juzgado Federal Nro. 1 de La Plata, Secretaría Nro. 3.
A fines de ese mismo mes la Secretaría de Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires, la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y la Comisión Provincial por la Memoria resolvieron preservar y señalizar el predio. En el acto, según fue de público conocimiento, participaron Guido Carlotto, cuya hermana permaneció secuestrada en el lugar, Matías Moreno, Alejandro Mosquera y Gonzalo Vásquez entre otros. En septiembre del 2012 también realizaron un recorrido por el lugar el Ministro de Infraestructura de la Provincia de Buenos Aires, Alejandro Arlía y el Secretario de Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires, Guido Carlotto, reafirmando su compromiso en preservar el lugar.

En la inspección efectuada el viernes 13 de junio de 2014 no se percibió ningún tipo de acción para preservar el lugar ni la señalización del mismo. Se pudo ver un gran pozo, lleno de hojas y tierra. En algunos lugares aun emergen sectores de concreto que fueron descubiertos con la excavación de hace dos años atrás.
Las personas que permanecieron secuestradas en La Cacha mostraron el lugar que habrían ocupado los diferentes ambientes dentro del edificio.
Personal penitenciario indicó que poseen bajo su custodia ciertos elementos encontrados en el lugar cuando fue excavado. Mostraron una escalera de madera y un camastro oxidado, que fue reconocido por los sobrevivientes.
Después de la inspección, los sobrevivientes reconocieron más elementos que fueron encontrados en el lugar y que estaban bajo custodia del Juzgado Federal Nro. 1, ahora en poder del tribunal. Entre ellos se exhibieron botones, vajilla, piezas eléctricas del lugar, una picana.


La Cacha, excavación. 13-06-14


Inspección ocular del sitio. 13-06-14


Explican la ubicación de los ambientes dentro del edificio. 13-06-14

La Cacha. Adelante, la excavación. Atrás, a la izquierda, UP8. 13-06-14


Cartel de la División Perros. 13-06-14



Inspección ocular. 13-06-14


La UP8 vista desde donde habría estado la entrada de La Cacha. 13-06-14

Un juez en la inspección ocular. 13-06-14

Jueces, querellantes y fiscales. 13-06-14

Inspección ocular. 13-06-14

Explicación sobre el lugar. 13-06-14

Camastro de metal bajo custodia en el lugar. 13-06-14

Escalera de madera bajo custodia en el lugar. 13-06-14

Portón de salida a la Calle 52. 13-06-14

Descripción de lo que fue La Cacha
Primer edificio: era una construcción de alrededor de 50 años, que había sido abandonada y que hubo de ser adaptada y sucesivamente desmantelada, de acuerdo a las necesidades de la represión. Este edificio constaba de 3 plantas:
Subsuelo: un sótano muy grande, en el que había un enrejado, carreteles de cables y algunas maquinarias; aquí se alojaban detenidos. Había una puerta al exterior que conducía directamente a otra construcción tipo "casita", en donde se torturaba.
Planta baja: se ingresaba por un pasillo, a la izquierda se encontraba el baño, la cocina y la habitación de los guardias, en donde también se hacían interrogatorios; a la derecha se ingresaba en un salón amplio, desde el cual se accedía a otras dos habitaciones pequeñas (“cuevitas”); en todas estas se alojaban detenidos. Al final del corredor se encontraba una escalera que comunicaba con el primer piso.
Primer piso: era una gran sala dividida en boxes, en donde todavía había restos de máquinas y cables, tenía piso de mosaico y ventiletes. Había, además, dos cuartos pequeños (“cuevitas”) sin puertas y una letrina. El baño se encontraba en el entrepiso, descendiendo pocos escalones. Desde aquí había una escalera que conducía al subsuelo.
Segundo edificio: Se ubicaba aproximadamente a los 15 metros de esta edificación. Había otra, construida posteriormente, para los fines de interrogatorio y tortura, a la que se llegaba por un camino de lajas. Constaba de un salón, una especie de oficina, en donde se interrogaba a los detenidos, una pequeña habitación, el "laboratorio" —que era la sala de torturas— y un baño.
Casa Rodante: Estaba apostada cerca de la edificación donde se practicaban interrogatorios a cara descubierta, llamado “Cachavacha Super Star” o “Casa Azul”.


La próxima audiencia fue convocada para el miércoles 18 de junio a partir de las 10.00 hs. en la que se seguirán escuchando declaraciones testimoniales.

jueves, 12 de junio de 2014

Cronograma de audiencias

El próximo viernes 13 de junio se realizará una inspección ocular en el predio que ocupó La Cacha y para el miércoles 18 fue convocada la próxima audiencia en la que se seguirán escuchando testimonios.

29° audiencia

La jornada del viernes 6 de junio de 2014 comenzó con la declaración de Teresa Calderoni por teleconferencia desde San Juan. Teresa permaneció secuestrada en La Cacha durante 1977.
A fines de aquel año se encontraba estudiando con unas compañeras para rendir un examen de enfermería en la casa de Nora Formiga, cerca del Regimiento 7 en La Plata. Ese día eran, además de ella, cuatro mujeres más; según dijo estaban Ana María Nacarato, Nora Formiga, Elena Arce –profesora suya- y una chica embarazada a quien no conocía.
Allí irrumpieron unos hombres y las sacaron a empujones y patadas y vendadas y esposadas las trasladaron a La Cacha.
Norma aclaró que antes de ser trasladadas la chica embarazada tomó una pastilla para suicidarse; un gendarme ordenó suministrarle lavandina para provocarle vómitos y así lo hicieron.
Al llegar a La Cacha Teresa fue interrogada bajo tortura. Luego fue llevada a otro lugar en donde la alojaron sola. Tiempo después supo que había muchas personas, hombres y mujeres, en su misma condición, que permanecían tiradas en colchones en el suelo, esposadas y encapuchadas. En el lugar los guardias comenzaron a llamarla La Tana, porque ella es italiana.
Pudo ver que el lugar estaba rodeado de césped; escuchaba un tren y perros. Recordó además que el maltrato era permanente en la forma de hablarles, de servirles la comida como animales, en no permitirles comunicarse entre sí. Por las noches escuchaba muchos disparos; ella lo relacionaba con la muerte de los secuestrados.
También mencionó que la obligaban a barrer la parte superior del lugar en donde estaban alojados.
Entre los guardias y torturadores mencionó a Palito.
Antes de ser liberada, pudo conversar con Nora Formiga, que estaba muy mal física y moralmente; había sido muy torturada. Nora además le dijo que la embarazada que secuestraron de su casa no estaba más allí, pero que había dado a luz. Teresa sabía solamente que la joven decía ser de la provincia de Chaco y que su marido no estaba en la ciudad.
Relató también que al ser liberada fue llevada en un auto, con dos hombres que le decían que debía olvidarse de todo lo que le había sucedido y que sería controlada. La dejaron en una parada de colectivo, le dieron un pulover y se fueron.
Dos años después, mientras ella trabajaba en el Hospital Naval, un suboficial de la marina la perseguía en el lugar y llegó a decirle que él la había cuidado en La Cacha; incluso el mismo hombre fue a su casa. Teresa nunca supo para qué ni cuál era su identidad.
Señaló que esta experiencia tuvo consecuencias terribles en su vida y que hasta el presente continúa con tratamientos psicológicos para poder olvidar.

La declaración de Teresa fue interrumpida en varias oportunidades por los planteos formulados por los defensores Martín Adrogué, Fernando Buján y Juan José Losinno. El tribunal reprendió nuevamente a los abogados recordándoles que deben permitir que los testimonios se desarrollen sin interrupciones. Asimismo, indicaron al abogado Losinno que el conocimiento de la prueba es responsabilidad de cada uno de los actores, ya que el mismo se quejó por desconocer ostensiblemente el auto de elevación a juicio.

A continuación declaró Fátima de los Ángeles Cristal, amiga del imputado Raúl Ricardo Espinoza. Dijo conocerlo desde hace veinte años a través de la esposa de aquel, llamada Gladys. Afirmó que el integrante de inteligencia del Ejército fue entrenador de fútbol de niños, hincha de Estudiantes de La Plata y River, que suelen llamarlo Chapa, porque tiene una chapa en la cabeza y que considera que es una buena persona.

Luego fue el turno de Solange Surai Bertoldi Real, vecina del imputado Raúl Ricardo Espinoza. Indicó que lo conoce desde hace pocos años y destacó que el imputado le prestó una vez un enchufe cuando se mudó. Considera que es buen vecino y también refirió que fue director técnico de una escuela de fútbol infantil y que es hincha de Estudiantes de La Plata y de River.

A continuación declaró Mirta Graciela Delgado, también vecina del imputado Raúl Ricardo Espinoza, a quien conoce desde 1991. Sabe que trabajó de gestor, con fútbol infantil y también está convencida de que es bueno, servicial y buen vecino.

Luego declaró Enrique Esteban Lyde, amigo del imputado Raúl Ricardo Espinoza. Dijo conocerlo desde 1986 y haber trabajado con él en varios clubes con fútbol infantil. Sabe que Espinoza trabajó como gestor y luego en Bagó. También cree que es una buena persona. Agregó que vive con su esposa y el nieto de ésta y que es hincha de Estudiantes de La Plata y River.

En último lugar declaró Elsa Marta Rumbo, prima de Ana Inés Della Croce.
Afirmó que tenía mucha diferencia de edad con su prima Ana Inés y que desde 1969 vive en Mar del Plata. Desde entonces dijo haber perdido el vínculo con esa parte de la familia, a quienes sólo veía al compartir las reuniones familiares.
También dijo que supo de la “detención” de su prima a través de su tía y por comentarios de su madre. Por lo demás, había temas que la familia no tocaba y evitaban los temas políticos. Agregó que no volvió a hablar con su tía del tema y que no supo nunca las gestiones que se realizaron para ubicar a Ana Inés. También negó haber conversado sobre esto con su marido, Daniel Eduardo Robelo, quien declaró el 23 de mayo en esta causa y se encuentra actualmente imputado en la causa Base III de Mar del Plata en la que se investigan los crímenes cometidos por el circuito represivo de la Marina.

En el final de la jornada, el abogado Martín Adrogué indicó que su defendido Miguel Osvaldo Etchecolatz no podría ampliar su indagatoria por cuestiones de salud. Por su parte, Losinno recusó nuevamente al presidente del tribunal, Carlos Alberto Rozanski, puesto que teme su parcialidad ya que el juez participó en juicios anteriores en donde declararon algunos testigos que vuelven a declarar, como Teresa Calderoni.
Después de un cuarto intermedio, el tribunal resolvió rechazar in limine el planteo recusatorio del defensor, ya que consideró que el mismo encubre otros planteos como la objeción de la prueba que no realizó en su momento u objetar las preguntas durante el interrogatorio.


La próxima audiencia fue convocada para el miércoles 11 de junio a partir de las 10.00 hs. Se prevé la declaración de Clara María Elsa Petrakos, Gonzalo Leónidas Chaves, María de Montserrat Olivera y Alfredo Tarruela.

28° audiencia

La jornada del miércoles 4 de junio de 2014 comenzó con la declaración de Enriqueta Estela Barnes de Carlotto, madre de Laura Estela Carlotto.
Relató que el primer golpe en su familia ocurrió el 16 de septiembre de 1976 cuando secuestraron a María Claudia Falcone con otros compañeros de la escuela secundaria. María Claudia era la hermana del marido de una de sus hijas. Con ello dio comienzó la persecución a las familias Falcone y Carlotto.
Su hija Laura estudiaba el profesorado de Historia en la Universidad Nacional de La Plata y era conocida como Rita; su otra hija, Claudia, aún cursaba el secundario; ambas eran militantes.
Recordó que el lunes 1° de agosto Laura se iba a mudar del lugar en el que vivía con un matrimonio y sus hijos. Para ello le pidió prestada la camioneta de trabajo a su padre, Guido. Acordaron que la devolvería al terminar. Pero al ver que las horas pasaban y Laura no regresaba con la camioneta, Guido la dejó a Estela a cargo de la pinturería y se dirigió al domicilio de Laura para ver qué sucedía. Al llegar al lugar no encontró a nadie y vio todo destruido; cuando estaba por salir fue secuestrado.
Entonces Estela inició las gestiones para averiguar el paradero de su esposo; apeló a la iglesia, a politicos y finalmente logró una entrevista con Reynaldo Bignone en su casa de Castelar. Previamente, a través de un contacto con Patricio Errecalde Pueyrredón, le propusieron que a cambio de 40 millones de pesos de la época lo entregarían. Veinticinco días después Guido fue liberado en un baldío. Al regresar contó a su familia todo lo que sufrió y vivió durante su secuestro. Estela recordó que todos pensaban que había perdido la razón por las cosas que contaba, pero con el tiempo corroboraron que eran ciertas.
A partir del secuestro de Guido, Laura pasó a la clandestinidad. Se mudó a Capital Federal con un compañero y mantenía el contacto con su madre telefónicamente y por carta; se encontraba a veces con su padre en Capital. El último llamado que recibieron fue el 16 de noviembre de 1977; de esa fecha también fue su última carta. A partir de entonces supusieron que la habrían secuestrado.
Estela siguió los mismos pasos que con el secuestro de Guido; apeló a la iglesia, a los políticos y a Reynaldo Bignone. Se entrevistó con él en el Comando del Primer Cuerpo del Ejército; pero ahora el militar se encontraba desquiciado. Estela le pidió que juzgaran a su hija si había cometido algún delito; también pidió que le devolvieran sus restos para poder enterrarla si ya estaba muerta.
A través del mismo contacto con Patricio Errecalde Pueyrredón le pidieron dinero a cambio de la liberación de Laura; pagaron 150 millones de pesos, pero Laura no fue liberada. Tiempo después efectivos del Ejército al mando de Enrique Rospide ocuparon la casa y edificio de Estela y la interrogaron.
Estela recordó que no sabía que su hija estaba embarazada al momento de ser secuestrada. A fines de 1977 Estela Campos, una mujer vecina del barrio, se acercó al comercio de Guido y le contó que había permanecido secuestrada con Laura, quien estaba cursando entonces el sexto mes de embarazo y que le había dicho que si su hijo era varón lo llamaría Guido, como su padre, y que la familia debía ir a buscarlo a Casa Cuna en junio de 1978, fecha para la que esperaba el nacimiento.
Pasaron los meses y el 25 de agosto de 1978 recibieron un parte de la Comisaría 9na de La Plata citando urgentemente a los padres de Laura Carlotto en la Subcomisaría de Isidro Casanova. Estela recordó que fue un momento de mucha emoción; pensaron que tal vez su hija estuviera detenida allí con el niño, pero también pensaron lo peor. Se dirigieron allí su esposo, su hermano y ella. Al llegar, el comisario les exhibió el DNI de Laura en perfectas condiciones y les dijo que había fallecido. Estela perdió la templanza y los acusó de matarla y preguntó por el niño; le dijeron que no había ninguno. Les suministraron una partida de defunción en donde Laura aparecía como N.N.; además se dejaba constancia de que no había acatado la orden de detención, por lo que había sido acribillada en la Ruta 3 y Cristianía. Los padres retiraron el cuerpo y lo velaron con el cajón cerrado. Estela dijo que entonces tomó fuerza para seguir buscando a su nieto.
En 1980 se encontró con un grupo de elixiados refugiados en Brasil, quienes le dieron noticias sobre el cautiverio de Laura. Alcira Ríos y Luis Córdoba habían estado secuestrados con ella; Laura les relató el parto y se ocupó de que los guardias atendieran a Luis, que había sido muy torturado. Ambos vieron cómo Laura iba a ser liberada, según creían. Pero al entrevistarse con Estela supieron que Laura fue sacada de La Cacha para ser asesinada. También otras personas liberadas la vieron en La Cacha, como Elsa Campos y María Laura Bretal.
En 1985 el juez Hortel pidió la exhumación de los restos; con el equipo de antropólogos dirigido por Clyde Snow documentaron que se trató de un asesinato; Laura tenía un brazo quebrado, balas en la cabeza disparadas desde atrás y las marcas en la pelvis que correspondían al parto; también verificaron que había permanecido secuestrada un tiempo considerable por el deterioro de las piezas dentales. Estela recordó que presenciar la exhumación representó un duelo para ella que le dió más fuerzas para buscar a su nieto Guido.
En su declaración destacó su confianza en la justicia y apeló una vez más a los imputados, pidiéndoles que tengan el valor de decir en dónde están los niños que robaron.

A continuación declaró Norma Lidia Aquín, quien permaneció secuestrada en La Cacha durante 1978.
El 18 de julio de 1978 fue secuestrada de su casa; estaban presentes su pareja y sus hijos. Fue esposada e introducida en un auto y llevada a La Cacha. Allí se encontró con María Inés Paleo y otras personas. Pocas horas después escuchó que a su lado pateaban y golpeaban a su madre.
Recordó que durante cinco días la llevaron diariamente a ser interrogada bajo tortura a un sala ubicada en un lugar exterior al lugar en el que permanecía alojada. Permaneció un tiempo en el sótano y luego en la parte superior; también en un lugar que llamaban Cuevitas, en donde vio a Laura Carlotto, Rita, y María Cristina García, La Gringa.
El 25 de julio de 1978, el día del cumpleaños de su madre, la llevaron para que se despidiera de ella. Su madre salió en libertad entonces y cree que Antonio José Plaza pudo intervenir en las gestiones para liberarla. Norma permaneció en La Cacha; estaba embarazada de dos meses. Ese mismo día se descompensó y fue llevada a la U8, en donde permaneció más de una semana. Al regresar en los primeros días de agosto la alojaron en la cuevita de la planta baja con otras mujeres, algunas de ellas también embarazadas.
Durante su secuestro pudo conversar con Laura Carlotto, quien le contó que permanecía en una “casita” contigua al lugar en el que se realizaban los interrogatorios bajo tortura. Allí permanecía durante el día, pero a la noche dormía con el resto de los secuestrados. Le contó también que tuvo a su hijo en un hospital o clínica; la durmieron después del parto y le sacaron a su hijo, a quien llamó Guido. Le habían dicho además que lo entregarían a su madre; Laura estaba convencida de que la liberarían. El 24 de agosto se la llevaron junto a Carlos Luis Lahitte
Norma refirió las condiciones en las que permanecieron allí, la suciedad, la escasa y repulsiva comida, el frío.
Entre las personas secuestradas mencionó a María Inés Paleo, Néstor Arrúa, Carlos Luis Lahitte, Luis Córdoba, Laura Carlotto, María Cristina García, María Laura Bretal, Alcira Ríos, Alicia Cabrera, Luciano Gutiérrez.
Entre los guardias y torturadores mencionó a Palito, el Oso Acuña, el Marpla, Pablo, Daniel, Romo, Flores, Manuel Gordillo.
El 20 de octubre de 1978 fue liberada.
En el final de su declaración agradeció poder expresarse y poder hacerlo por todos los compañeros que quedaron en el camino.
Los delitos cometidos en perjuicio de Norma no se investigan en el presente juicio.

Luego fue el turno de María Inés Paleo, quien permaneció secuestrada en La Cacha durante 1978.
El 25 de julio de 1978 fue secuestrada de su domicilio con su marido e hijo de diez meses. De allí fueron trasladados en dos autos hasta la casa de Alejandro Enrique Gutiérrez, en donde le hicieron dejar a su hijo.
Luego su esposo, Alejandro y ella fueron llevados a la Comisaría 2da de La Plata, en donde fueron torturados y por la mañana temprano fueron trasladados a La Cacha, cuando cambiaba la guardia del lugar.
Al ingresar los autos en el predio, María Inés pudo escuchar que daban una contraseña para que les permitieran el acceso. Ella fue alojada en una habitación con otras mujeres, entre las que estaba Laura Carlotto, a quien conoció como Rita.
Al día siguiente fue torturada y luego fue alojada en el sótano.
Con Laura pudo conversar en varias oportunidades. A veces aquella servía la comida, llevaba a las secuestradas al baño y las ayudaba a bañarse. También se le permitía salir al exterior a colgar ropa de los secuestrados. A través de ella supo que estaba en La Cacha y que se encontraba cerca de Olmos. También le contó que estaba allí desde hacía ocho o nueve meses atrás y que había dado a luz a su hijo en un hospital. Le había dicho que entregarían al niño a la familia por medio de Casa Cuna y que más adelante la liberarían. Un guardia del ejército apodado Villa era el que se ocupaba de controlar a Laura.
Entre las personas secuestradas mencionó a Laura Carlotto, María Cristina García, Alejandro Enrique Gutiérrez, Alcira Ríos, Carlos Rivero, Luis Córdoba, María Laura Bretal, Norma Lidia Aquín, Néstor Arrúa, Carlos Luis Lahitte.
Entre los guardias y torturadores mencionó a Romo, Eduardo, Villa, Don Otto, Don Ricardo, Roberto, Kojak, Daniel (II), dos o tres personas apodadas Carlitos, Marpla, Tarzán, Gustavo, Pablo, Sabino, Palito. Como responsable de La Cacha mencionó a Daniel (I).
El 15 de agosto de 1978 fue liberada con su marido. Varios días antes se lo habían anunciado. Pudo despedirse de otros secuestrados, entre ellos de Laura.
Después de ser liberada, María Inés confeccionó un esquema del lugar con su marido. Entre 1985 y 1986 lo pudieron corroborar con otra persona liberada, María Laura Bretal. En su declaración María Inés se refirió detalladamente a las características edilicias de La Cacha.
Al finalizar agradeció poder declarar y pidió que se haga justicia por Laura y por todos los que no fueron liberados, una herida que siempre lleva.
Los delitos cometidos en perjuicio de María Inés no se investigan en el presente juicio.

A continuación declaró María Maitena Barrenese, hermana de Octavio Alcides Barrenese.
Octavio era veterinario y docente; vivía en la zona rural de Magdalena. Estaba en pareja con Dora Esther Franzosi y militaba en la JP. Le decían El Vasco, por su apellido.
El 12 de agosto de 1977 pasó por la casa de su hermana en La Plata, para avisarle que al día siguiente se encontrarían en Magdalena.
Al día siguiente María Maitena se dirigió hacia allí. Mientras estaba en viaje en el colectivo, vió vehículos militares en la ruta. Poco después de llegar a casa de sus padres, un trabajador les informó que personas del ejército habían entrado en el campo en el que vivía su hermano y que habían destruido todo en la casa. Su padre y ella se acercaron al lugar y comprobaron que la habían saqueado. Su hermano, a quien esperaban, no aparecía.
Inmediatamente comenzaron las gestiones para dar con él. Recorrieron dependencias militares de la zona, recurrieron a la iglesia, a la Cruz Roja, a Ibérico Manuel Saint Jean, a quien su padre conocía desde la época en que fue intendente de Magdalena; pero no obtuvieron ninguna respuesta.
Tiempo después supo que su hermano fue secuestrado de la casa de Adrián Claudio Bogliano y María Susana Leiva en Villa Elisa y fue llevado a La Cacha. También secuestraron a Dora, su pareja.
Relató además que a través del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) obtuvieron datos sobre sus restos y los recuperaron; estaban en el Cementerio de La Plata como N.N.

En último lugar declaró José Atilio Milanta, padre de Patricia Elsa Marta Milanta.
Relató que una noche de marzo de 1977 tres hombres con uniforme policial irrumpieron en su casa y secuestraron a su hija.
Patricia le contó que durante su secuestro no fue torturada físicamente. También que al ingresar en aquel lugar, que luego supieron que era La Cacha, un hombre le preguntó su nombre; al decirlo aquel exclamó “es prima mía”. Tiempo después sabría que se trataba del “Teniente Cacivio”.
José Atilio explicó que el padre de Cacivio se encontraba casado con una prima suya, Dora Camoti Milanta.
Meses después, en septiembre u octubre de 1977, un tal comisario Acosta se comunicó con él telefónicamente. Lo citó en la comisaría y le dijo que su hija, que estaba allí, sería dejada en libertad. Al día siguiente el mismo Acosta la llevaría a su casa.
José Atilio no pudo precisar si se trataba de la Comisaría 8va o 9na de La Plata. También detalló que conocía al comisario desde años atrás, ya que le había devuelto ciertos artículos domésticos embargados por falta de pago.
Recordó que su hija estaba muy mal después del secuestro y enumeró las gestiones que realizó ante ministerios, la Jefatura de Policía y los tribunales platenses. También que la ausencia de su hija fue un gran dolor para la familia.
Manifestó que en la Escuela de Policía Juan Vucetich, en donde dio clases durante muchos años, reconoció a uno de los hombres que participó en el secuestro de su hija, pero que nunca averiguó su nombre ni radicó la denuncia correspondiente.


El abogado defensor de Miguel Osvaldo Etchecolatz, Martín Adrogué, informó que el imputado quería ampliar su declaración indagatoria. El tribunal dejó pendiente la decisión para la próxima audiencia que fue convocada para el viernes 6 de junio a partir de las 10.00 hs. Se prevé la declaración de Teresa Calderoni, Solange Surai Bertoldi Real, Fátima Cristal, Mirta Graciela Delgado, Enrique Esteban Lyde, Carmen Graciela Delgado y Marta Rumbo.

30° audiencia

La jornada del miércoles 11 de junio de 2014 comenzó con la declaración de Clara María Elsa Petrakos, hija de Constantino Petrakos y de María Eloísa Castellini. Su hermana nació en los primeros días de abril de 1977 durante el cautiverio de su madre; los tres permanecen desaparecidos.
Clara fue convocada por la querella para exponer sobre los casos de mujeres embarazadas secuestradas en La Cacha y el secuestro y apropiación de sus hijos. Indicó que a partir de su búsqueda personal se interiorizó sobre otros casos y recopiló información sobre ellos.
Poco después de comenzar, su declaración fue interrumpida por los defensores Martín Adrogué y Juan José Losinno, quienes solicitaron que el testimonio no utilizara como prueba sentencias que aún no se encuentran firmes y que la investigación realizada por Clara se incorporara sin mediar su declaración.
Después de una breve pausa, el tribunal otorgó la razón a las defensas y decidió que la testigo limitara su declaración a información que no esté incorporada en la causa. Después de esta decisión finalizó el testimonio de Clara.

A continuación declaró María de Montserrat Olivera, miembro del Equipo Argentino de Trabajo e Investigación Psicosocial (EATIP). Indicó que desde 1979 trabajan en el campo de la salud mental y los derechos humanos. Fue convocada para que expusiera en torno al tema de la tortura sexual.
Los defensores Adrogué y Losinno plantearon también en este caso que la testigo aportara su investigación para ser evaluada por las partes, sin declarar. También objetaron que sus declaraciones sobre delitos sexuales excedían el objeto procesal, ya que en esta causa los imputados responden por su participación en la privación ilegal de la libertad, aplicación de tormentos y homicidios. El tribunal decidió que la testigo continuara su exposición.
María de Montserrat se refirió entonces a las modalidades que se repiten desde el momento del secuestro. También se refirió de manera general a los distintos momentos de los interrogatorios bajo tortura, los métodos de tortura aplicados, los objetivos perseguidos con éstos y su impacto en la psiquis y la conducta.
Luego se centró en el tema de la tortura sexual que calificó como un tipo específico de violencia que afecta a las mujeres y es implementada como política de destrucción. Señaló además que no se trata de conductas patológicas llevadas adelante individualmente o en forma aislada sino que contiene un carácter social. Se trata de una modalidad de tortura que apunta a la cosificación, a convertir a la persona en objeto de uso y abuso.
Citó distintos instrumentos internacionales que aluden a este tipo específico de violencia como la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer –Convención de Belem do Pará-, el Estatuto de Roma, el informe El Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia y Discriminación en Haití –CIDH, 2009-. También hizo un repaso por los planteos judiciales y sentencias de causas que juzgan crímenes de lesa humanidad en el país en cuanto al tema específico de los crímenes sexuales.
Luego refirió los efectos psicosociales que éstos conllevan, destacando que son crímenes poco visibilizados por un doble silenciamiento, desde el Estado para garantizar su impunidad y desde las víctimas por el temor a la sanción social, entre otras causas.
Se trata de hechos altamente traumáticos, que se reviven permanentemente; tienen una afectación biológica –enfermedades, embarazos, daño permanente de los órganos sexuales, esterilidad- y efectos psíquicos a corto y largo plazo –sentimientos de humillación, culpa, pérdida de la autoestima, sentimiento de vulnerabilidad, depresión, ideaciones suicidas, somatización, temor al rechazo. Asimismo las relaciones interpersonales y la vida sexual general es afectada por estas experiencias.
Incluyó el desnudo forzado dentro de estas conductas, ya que el verse despojado de ropa implica una situación de humillación y de deshumanización extrema.
Afirmó que desde su perspectiva la tortura sexual es entendida como una práctica sistemática de la que todos los agentes represivos son responsables como partes del sistema de tortura. Los crímenes sexuales son perpetrados por todos los agentes del estado ya que no responden a lo patológico individual sino que se trata de una imposición general que se despliega a lo largo del orden jerárquico y están incluidos en el sistema de la tortura.
Señaló que en los últimos años se comenzó a visibilizar más el impacto de la tortura sexual en las mujeres, a partir de las declaraciones de aquellas que se animaron a relatar sus experiencias; aún permanece en gran medida silenciado lo vivido por los hombres víctimas de secuestro durante la última dictadura.

En último lugar declaró Alfredo Aurelio Tarruella, quien permaneció secuestrado en La Cacha durante 1977.
Alfredo fue delegado metalúrgico en Avellaneda; también trabajó en un frigorífico. Fue secuestrado el 19 de octubre de 1977 con su compañera María Ester Martelotti en un café de la localidad de Quilmes ubicado en Rivadavia e Hipólito Yrigoyen. Alfredo vio un camión del que descendieron hombres con ropa de fajina, cortaron la calle, irrumpieron en el bar y los secuestraron, llevándolos en autos separados.
Fueron trasladados a La Cacha. Al llegar allí, Alfredo intentó escapar, pero fue recapturado. Lo interrogaron bajo tortura sobre personas conocidas. Entre las personas presentes reconoció la voz de Marina, que había sido secuestrada en La Plata.
Se refirió también a las condiciones en las que permaneció secuestrado, cómo eran llevados al baño, la comunicación con Alicia, que se encontraba en la parte superior, la capucha que llevó permanentemente mientras estuvo allí. Indicó que escuchaban que al llegar nuevas personas secuestradas eran torturadas inmediatamente. Los gritos eran constantes. También dijo que la comida que servían era como la que se sirve entre los militares, de rancho.
Entre los guardias y torturadores mencionó a Potro.
Recordó también que Alicia pudo avisarle que ambos serían liberados. Un día los condujeron en un auto hasta el cruce de Alpargatas, en donde los dejaron encapuchados y con la orden de contar hasta cien antes de mirar. Así lo hicieron y luego cada uno se dirigió a su casa. Era el mes de diciembre de 1977.
En esa oportunidad, Alfredo fue a casa de una compañera que le curó las profundas heridas que tenía en los pies. Después de restablecerse no tuvo domicilio fijo, hasta 1981 cuando se exilió en Brasil. Luego vivió en Paraguay y después regresó a Argentina. Durante mucho tiempo padeció desórdenes del sueño e hizo terapia durante tres años.
Después de su secuestro supo que había estado en La Cacha; él había creído estar en algún lugar de la Escuela de Policía Juan Vucetich, por los ladridos que escuchaba permanentemente. En el final señaló que al declarar reconstruye un pasado muy difícil, del que nunca contó muchos detalles. Su compañera, Alicia Martelotti, murió recientemente.

En el final de la jornada el imputado Miguel Osvaldo Etchecolatz amplió su declaración indagatoria. Al comenzar dijo querer echar luz sobre el “enmarañado problema” del homicidio de Marcelo Gabriel José Bettini y Luis Eduardo Sixto Bearzi.
En cuanto a los homicidios que se le reprochan, dijo no conocer el episodio en que Bettini murió ni las pericias sobre su muerte. En el caso de Bearzi, realizó conjeturas en cuanto a las condiciones que rodearon su asesinato. Dijo que participó sólo un vehículo porque sospecharon que se trataba de delincuentes comunes, ya que de otra forma hubieran realizado un despliegue más importante. También se explayó sobre el tipo de armas que utilizaba la policía en aquel entonces. Por otra parte, objetó el pedido de elevación a juicio de la fiscalía sobre estos dos casos, señalando lo que allí encontró como errores y reconoció que existían registros de inteligencia policial sobre Bettini desde 1974.
Respondiendo la pregunta del tribunal, indicó que en noviembre de 1976 ocupaba el cargo de Director General de Investigaciones de la Policía de la Provincia de Buenos Aires.
Como en otras oportunidades se refirió a cuestiones que reedita en cada declaración indagatoria. Ni el tribunal ni las querellas objetaron que se explayara sobre temas ajenos al juicio. Citó extensamente publicaciones, manuales y declaraciones de distintos militantes Montoneros; refirió también las palabras de legisladores a favor de la represión y las sentencias que ya lo condenaron en juicios anteriores; tampoco se privó de citar a Cicerón. Nuevamente expresó que él cree estar siendo juzgado en un proceso irregular, arbitrario. Dijo haber defendido la patria y ahora aparecer como un asesino serial.


El próximo viernes 13 de junio se realizará una inspección ocular en el predio que ocupó La Cacha y para el miércoles 18 fue convocada la próxima audiencia en la que se seguirán escuchando testimonios.

lunes, 9 de junio de 2014

Cronograma de audiencias

La próxima audiencia fue convocada para el miércoles 11 de junio a partir de las 10.00 hs. Se prevé la declaración de Clara María Elsa Petrakos, Gonzalo Leónidas Chaves, María de Montserrat Olivera y Alfredo Tarruela.

martes, 3 de junio de 2014

Declara Estela de Carlotto en el juicio por los crímenes del CCD La Cacha


 (Comunicado de prensa)

Abuelas de Plaza de Mayo informa que mañana, miércoles 4 de junio, a las 10, Estela de Carlotto declarará ante el TOF Número 1 de La Plata, que juzga a 21 represores por los crímenes de lesa humanidad cometidos durante el año 1977 en el CCD La Cacha, en perjuicio de 135 víctimas, entre ellas siete embarazadas.
Además de la presidenta de Abuelas, prestarán testimonio Inés Paleo y Norma Aquín, ambas compañeras de cautiverio de su hija, Laura Carlotto, y José Atilio Milanta.

El caso
Laura nació el 21 de febrero de 1955, en la ciudad de La Plata. Militaba en la organización Montoneros. El 26 de noviembre de 1977, fue secuestrada en su domicilio de la ciudad de Buenos Aires. En ese momento, estaba embarazada de dos meses y medio.
Por testimonios, se supo que permaneció detenida en el CCD “El Casco” y en “La Cacha”. El 26 de junio de 1978, Laura dio a luz un niño al que llamó Guido. El parto se produjo en el Hospital Militar Central “Dr. Cosme Argerich”.
Laura fue llevada nuevamente a La Cacha, pero sin su bebé, y el 25 de agosto de 1978 fue asesinada.
En 1985, sus restos fueron exhumados en el Cementerio de La Plata e identificados por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF).

El juicio
Las audiencias se desarrollan los días miércoles y viernes en la sala de la ex Amia (Calle 4, entre 51 y 53, La Plata). Pueden asistir los mayores de 18 años con DNI. También se transmiten en vivo en el sitio www.cij.gov.ar.
Para más información, visitar el sitio www.juicioporlacacha.blogspot.com.
Agradecemos la difusión de esta información y esperamos contar con su compañía en este proceso que juzga a los genocidas que nos arrebataron a nuestros/as hijos/as y nietos/as.


Ciudad de Buenos Aires, 3 de junio de 2014.




27° audiencia

La jornada del miércoles 28 de mayo de 2014 comenzó con la declaración de Inés Alicia Ordoqui, quien permaneció secuestrada en La Cacha durante 1977. Inés ya había declarado en la cuarta audiencia, el miércoles 12 de febrero de 2014. Desde entonces había quedado pendiente la posibilidad de que se le exhibieran fotos para identificar a alguna de las personas que participaron en su secuestro y torturas. En esta oportunidad Inés declaró sin la presencia del público y realizó el reconocimiento fotográfico pendiente.

A continuación declaró Raúl Eduardo Axat, hermano de Rodolfo Jorge Axat.
Se refirió a las circunstancias del secuestro de su hermano y su esposa, Ana Inés Della Croce y las gestiones que emprendió la familia después del mismo. Rememoró vívidamente la relación con su hermano, las vivencias que compartieron en la infancia y adolescencia y los años de formación.
Recordó que a su hermano lo llamaban Fede, que estudió en el Colegio Nacional de La Plata y luego ingresó en la Facultad de Medicina. También cursó las materias de latín y griego en la Facultad de Humanidades de la UNLP y trabajó en el Frigorífico Swift.

Luego fue el turno de Julián Axat, hijo de Rodolfo Jorge Axat y de Ana Inés Della Croce.
Relató que cuando secuestraron a sus padres él tenía 7 meses, pero que su familia le contó a lo largo de los años las circunstancias del secuestro. Fue el 12 de abril de 1977 cerca de la medianoche, en la casa de sus abuelos maternos en el centro de La Plata. Tocaron el timbre y su abuela atendió. Poco después, abruptamente, ingresó un grupo numeroso de hombres de civil y uniformados. Su abuela y el esposo de su tía fueron sacados al pasillo; su tía materna, Cristina Isabel, fue encapuchada y separada en una habitación. Por otro lado, retuvieron a sus padres en la sala, en donde fueron interrogados. Después de un rato se los llevaron. Al regresar al departamento, pudieron ver manchas de sangre en el piso.
Más tarde llegaron sus abuelos paternos; esa misma noche los secuestradores habían ido primero a su casa en busca de la pareja. Más tarde se enterarían de que el primer lugar en donde los habían buscado había sido el domicilio de Rodolfo y Ana, en Ringuelet, en donde destruyeron todo lo que pudieron y robaron el Citroen que poseían.
Luego Julián se refirió a las múltiples gestiones que sus abuelos emprendieron para dar con el paradero de sus hijos. Detalló cómo los jueces De la Serna, Adamo, Garro y Burlando se empeñaron en rechazar los habeas corpus interpuestos en favor de Rodolfo y Ana, imponiendo además costas a la familia. También se refirió a las gestiones hechas ante la iglesia católica -sin resultados-, ante la OEA, el Ministerio del Interior. Incluso ante la madre de Videla, que tenía un vínculo familiar con los Della Croce.
Indicó que a través de Daniel Eduardo Robelo, quien tan renuentemente declaró en la audiencia anterior, la familia obtuvo la información de que Rodolfo e Inés habrían sido llevados a la ESMA y señaló que Robelo fue edecán de Videla en la primera época.
También recordó que unos quince días después del secuestro, su madre se comunicó telefónicamente con su abuela materna, diciendo que estaba bien y preguntando por su pequeño hijo. Ese fue el último contacto que la familia tuvo con ella.
Ya entre los años 1977 y 1979 también se contactaron con personas liberadas de La Cacha que habían permanecido secuestradas con el matrimonio.
Luego se refirió a la vida de sus padres, sus estudios y militancia. Su padre estudió medicina y filosofía; además se había dedicado al rugby. Su madre era bibliotecóloga y estudiaba antropología; trabajaba en la biblioteca de la UCA. Se casaron en 1973 y militaban en el Movimiento Humanista. Desde aquellos tiempos habían sido observados por las agencias de inteligencia; sus movimientos quedaron registrados en la DIPPBA.
Más adelante ingresaron en la Juventud Universitaria Peronista, luego en las FAR y luego en Montoneros. Ambos se ocuparon de la logística en La Plata y pasaron a la clandestinidad en 1974. En 1975 su madre realizó tareas de militancia de base en la localidad de Abasto y su padre comenzó a trabajar en el Frigorífico Swift.
Julián además expresó su deseo de que se sepa la verdad de lo que sucedía en las fábricas de la zona en la época y la represión hacia toda la clase trabajadora. Destacó además que sus padres rompieron con su posición de privilegio y trataron de igualarse con los sectores más desventajados.
Recordó que su padre era llamado familiarmente Fede y que fue conocido por sus compañeros de militancia como Juan, Felipe y Simón y su madre como Juana y Simona.
Después del secuestro de sus padres se crió con su tía materna, Cristina Isabel Della Croce, y con sus primos. También recordó la relación con su abuelo Axat, abogado civilista con cincuenta años de profesión.
Afirmó además que sus padres no gozaron del derecho de defensa y consideró fundamental el testimonio de los hijos de personas desaparecidas para reconstruir lo que sucedió, ya que los verdaderos testigos del exterminio no pueden contarlo.
Dijo que el secuestro de sus padres transtornó a la familia en general. Pudo crecer en el respeto y la verdad, aunque la niñez y la adolescencia fueron difíciles tratando de ocultar las explicaciones sobre la desaparición de sus padres a sus pares.

A continuación declaró Nora María Gutiérrez Penette, hermana de Alejandro Enrique Gutiérrez, quien permaneció secuestrado en La Cacha durante 1978.
Su hermano estudiaba veterinaria, estaba casado y tenía dos hijas. Fue secuestrado el 24 de julio de 1978 de su domicilio. También fue secuestrada María Inés Paleo. Por su parte, ella había sido secuestrada el 22 de agosto de 1975 y después de haber sido liberada se exilió en Madrid.
La declaración de Nora se vio interrumpida por un debate entre el tribunal y las querellas sobre la pertinencia de su testimonio, ya que los delitos cometidos en contra de su hermano no son investigados en esta causa. Las querellas recordaron que la demora y la fragmentación de las causas lleva permanentemente a este tipo de situaciones.
En este caso Nora dio cuenta de que Juan Carlos Negri -quien estuvo imputado en esta causa pero murió incluso antes de que la misma fuera elevada a juicio- se contactó con su primo Néstor Penette, con quien había hecho el servicio militar obligatorio años antes. A través de Negri la familia fue obteniendo durante un tiempo información sobre el secuestro de su hermano. En esa época dudaban sobre la veracidad de la información, pero poco a poco fueron comprobando que Negri estaba efectivamente en contacto con Alejandro.
Años después supieron que Alejandro había permanecido en La Cacha y que Negri se manejaba en la clandestinidad represiva con el apodo de El Marpla.
También Nora se refirió a los restos de su hermano, que tal vez se encuentren en el Cementerio de Ezpeleta. Señaló que el estado aun debe las respuestas por los desaparecidos, ya que hasta el presente la información para buscarlos es aportada por los familiares y personas liberadas. También repudió el nombramiento de César Santos Gerardo del Corazón de Jesús Milani al frente del Ejército, implicado en varias causas por desaparición forzada de personas.

Luego se escuchó la declaración de Daniel Orlando Talerico, quien permaneció secuestrado en La Cacha durante 1977.
Relató que fue secuestrado a fines de febrero de 1977 en la ciudad de Formosa, cuando regresaba a La Plata. Había ido con dos compañeras de estudio, Berta Noemí Itzcovich y Silvia Inés Cavecchia, para asistir al velatorio de un amigo.
Recordó que permaneció cerca de veinte días entre la Comisaría 1° de Formosa, la Alcaldía de Hombres y el Regimiento de Monte, para luego ser trasladado en avión con Berta y Silvia a lo que pensaron que era Arana; más tarde sabrían que se trató de La Cacha.
Llegaron allí a fines de marzo o comienzos de abril de 1977. Refirió que en el lugar vivieron rutinas atroces, amarrados al piso, vendados, encapuchados, torturados con submarino, picana, continuamente. Indicó que eran tratados peor que animales.
En esa época Daniel tenía diecinueve años, trabajaba y estudiaba y militaba en la UES. Además era delegado del centro de estudiantes de su escuela.
Recordó que fue interrogado bajo tortura por El Francés y El Gordo y que dentro de La Cacha vio a muchas personas. Recordó el nombre de Adalberto Maza.
Entre los guardias y torturadores mencionó a El Francés, El Gordo, El Pollo, Willy.
Un día fue trasladado a la Comisaría 8va de La Plata, en donde permaneció diez días más. En aquel lugar le hicieron firmar un papel en el que se aclaraba que no se responsabilizaban por lo que le sucediera fuera de la comisaría. Después de esto fue liberado.
Su vida cambió rotundamente para él y su familia, que quedó desmembrada. Su madre murió de cáncer mientras él estaba desaparecido. Su hermana, Mónica Amalia Talerico, y cuñado habían sido asesinados tiempo antes, el 28 de diciembre de 1976, por la Armada. Después de liberado dejó el colegio, el trabajo. Se fue a Mar del Plata, regresó a La Plata y en 1980 se fue a vivir a La Rioja.

En sexto lugar declaró Teresa Celia Meschiati, quien permaneció secuestrada en La Perla, Córdoba, entre el 25 de septiembre de 1976 y el 28 de diciembre de 1978.
Se refirió a cinco personas cuyos secuestros y asesinatos vinculaban la ciudad de La Plata y La Perla. Aclaró que en aquel momento se referían a La Plata y no a La Cacha u otro lugar específico.
Primero se refirió a Carlos Antonio Cafferata, El Gordo; había sido diputado durante el gobierno de Héctor José Cámpora y había militado en Mar del Plata y La Plata. En julio de 1976 lo secuestró en Córdoba el Comando Libertadores de América, al mando de Héctor Pedro Vergés.
Luego recordó a María Magdalena Mainer, que fue secuestrada una semana antes que ella, en septiembre de 1976. Era militante de Montoneros y la vio por primera vez en Córdoba, cuando le encomendó viajar a San Juan para buscar cierto material. En aquella provincia los militares ingresaron en el hotel en el que Magdalena se alojaba y encontraron un documento falso, su documento verdadero y el teléfono de contacto con Córdoba.
Una vez que Teresa ya estaba secuestrada en La Perla, en octubre de 1976, Ernesto Guillermo Barreiro la llevó a una sala en donde permanecían algunos compañeros de militancia secuestrados. Poco después hizo ingresar en la misma sala a María Magdalena Mainer, quien permanecía en La Cuadra; estaba en enagua y no la dejaron hablar. Barreiro luego le contó sobre el operativo que había tenido lugar en la calle Corro. Nunca la volvió a ver. En 1977 preguntó a sus captores por Magdalena y le contestaron que se encontraba en La Plata. Ella pensó que Mainer sobreviviría, pero años después leyó sobre su asesinato con otro grupo de secuestrados
Luego se refirió a Mario Enrique Salerno, El Dueño. Fue secuestrado a principios de octubre de 1976 en La Plata y fue llevado a fines de ese mes o principio de noviembre de 1976 a La Perla, en donde permaneció tres o cuatro días.
Luego mencionó a Marcelo Daniel Rodríguez, Chelo. Había militado en La Plata y fue secuestrado en diciembre de 1976 en Córdoba. Permaneció en La Perla y a mediados de diciembre lo sacaron de La Cuadra.
Finalmente, recordó a Ignacio Manuel Cisneros, Quique o Chango. Fue secuestrado en febrero de 1977 en Córdoba. En La Perla realizaba tareas de arreglo del parque y lavado de coches. Teresa cree que permaneció allí más de un mes y luego fue trasladado a La Plata. Cree que cerca de junio de 1977 Ignacio fue llevado nuevamente a La Perla y fusilado en la parte trasera del predio, algo que le fue relatado por Ricardo Alberto Ramón Lardone, personal civil de inteligencia.
Teresa señaló que las condiciones de detención que vivió en La Perla difieren de las que se vivieron en otros campos de concentración. Señaló como algo positivo la realización de los juicios en todo el país, pero recordó que falta el descubrimiento de los restos de los compañeros desaparecidos. Agradeció el poder declarar y destacó que el poder testimoniar es lo que la salvó después de haber sido liberada.

En último lugar declaró Mónica Elena Torres, vecina y amiga de María Elena Isabel Corvalán.
Relató que conoció a María Elena y su marido, Mario César Suárez Nelson –El Gordo-, cuando se mudaron al lado de su casa. Se encontraba diariamente con María Elena, a quien conocía como Mónica, para tomar mate, charlar sobre el embarazo, cocinar.
El 10 de junio de 1977 Mónica vio que desde la mañana había movimientos inusuales en el barrio. Una cuadrilla de hombres comenzó a limpiar una zanja cercana muy temprano. Cada vez que alguien salía de su casa, gritaban “paloma”. Asustada dejó a su pequeña hija con la madrina, que vivía enfrente. Regresó a su casa, llamó a María Elena, pero no encontró a nadie. Al mediodía fue a buscar a su hermana al colegio y a pocos metros fue apresada por dos hombres que le preguntaban si ella era Mónica. Los vecinos intervinieron y evitaron que la esposaran, pero la introdujeron con su hermana en un auto, en donde permaneció cerca de seis horas. En el auto se encontraba una chica que decía estar allí para identificar a María Elena y su marido.
Estos hombres le dijeron que había secuestrado a María Elena y que ella había querido suicidarse. También que habían matado a Mario.
Después de varias horas la dejaron regresar a su casa, en donde encontró todo revuelto. La casa de María Elena y Mario estaba destrozada y saqueada. Vio cómo en un camión verde cargaban todo lo que habían robado.
Poco después una vecina encontró el documento de María Elena enterrado. Así supieron cuál era su nombre y pudieron contactar a la familia y realizar la denuncia por su desaparición en 1984 en la CONADEP.

La declaración del testigo anunciado en la audiencia anterior, Rodolfo Enrique Tessari, fue suspendida.

La próxima audiencia fue convocada para el miércoles 4 de junio a partir de las 10.00 hs. Se prevé la declaración de Enriqueta Estela Barnes de Carlotto, Norma Lidia Aquín, María Inés Paleo y José Atilio Milanta.