Embarazadas

Embarazadas

martes, 25 de marzo de 2014

14° audiencia

El miércoles 19 de marzo de 2014 se escucharon tres declaraciones. En primer lugar declaró Daniel Jorge Bessone, compañero de Jorge Oscar Galmes Moreno, desaparecido.


Daniel Jorge Bessone

Daniel expuso sobre la relación de profunda amistad que lo unió a Jorge, apodado Dedos desde su época de estudiante de agronomía. Rememoró los años de estudio en Tres Algarrobos, el pueblo del que ambos eran oriundos, y en Cnel. Villegas. En la década del ´70 se mudaron a La Plata para comenzar sus estudios universitarios, Daniel en medicina y Jorge en agronomía. Vivieron con otros compañeros en el mismo departamento entre 1973 y 1976 y formaron en aquellos años el centro de estudiantes del Partido de Carlos Tejedor.
Daniel también se refirió a la militancia de Jorge; al principio en la Azul y Blanca y luego en la Juventud Universitaria Peronista.
En abril de 1977 Jorge volvió a su pueblo para renovar la prórroga del servicio militar. Regresó a La Plata, a la pensión en la que vivía; poco después, en mayo de 1977, fue secuestrado. A partir de entonces su padre comenzó a buscarlo. Daniel refirió cómo la desaparición de Jorge afectó a toda la familia.
Años después supo que Jorge había permanecido en La Cacha y que allí había sido cruelmente torturado, datos que pudieron recoger con Alicia, la hermana de Jorge, a partir de sobrevivientes.
Daniel recordó en todo momento a Jorge, con quien compartió un proyecto de vida, con honda emoción, como una persona íntegra y solidaria.

En segundo lugar declaró Carlos León Platz, quien fue testigo del operativo de secuestro de Carlos Esteban Alaye.



Carlos León Platz

El testigo refirió que una tarde del mes de mayo de 1977, en la calle Bosinga al 400 de Ensenada, todo comenzó con ruido de gente y corridas. Desde la ventanita del baño de su casa pudo ver cómo un joven yacía en el asfalto, sangrando, moviéndose. Cortaron el tránsito, lo ataron de pies y manos y tomando la camioneta de alguien que pasaba por allí, se lo llevaron. Habían estado esperando al joven para secuestrarlo.
Años después, en democracia, supo de quién se trataba, Carlos Alaye. Entonces se entrevistó con su madre y declaró en el Juicio por la Verdad en la década del ´90.

Finalmente, declaró Carlos Aurelio Bozzi.


Carlos Aurelio Bozzi

Carlos, abogado laboralista, fue secuestrado el 8 de julio de 1977 en Mar del Plata con otros compañeros. Todos fueron llevados a La Cueva, ubicada en la Base Aérea de Mar del Plata. Allí fue interrogado y torturado.
Un día le anunciaron que sería liberado. Poco después fue conducido al baúl de un auto. Desde allí pudo escuchar las voces de otros dos hombres y una mujer. Sintió el camino de asfalto, tierra y asfalto nuevamente y disparos y corridas. Era el 19 de julio de 1977 en la intersección del camino a Santa Clara del Mar y la Ruta 2.
Cuando abrieron el baúl, se encontró con personal del ejército; lo llevaron al GADA 601. Allí fue obligado a realizar una declaración y firmarla. Después de esto fue liberado definitivamente.
Carlos explicó que entre 1999 y 2000 comenzó a investigar lo que había sucedido entonces. Él, como otro gran grupo de abogados de Mar del Plata, fueron secuestrados a mediados de 1977. Supone que habrían decidido liberarlo montando un falso enfrentamiento; en esa escena armada mataron a Carlos Alberto Weber Álvarez y a Stella Maris Giourgas. Ambos habían estado secuestrados en La Cacha desde fines de junio de 1977. Ambos también fueron inhumados en el mismo sector del Cementerio Parque de Mar del Plata. El segundo hombre asesinado en aquel operativo no fue identificado hasta ahora.
El testigo también aportó documentación sobre la investigación que realizó en estos años, croquis, certificados y pidió al tribunal la búsqueda de archivos y de cuerpos en el cuartel militar marplatense, así como la profundización de la investigación citando al personal militar de la época. También hizo hincapié en la particular relación que tuvieron los medios con el hecho, reproduciendo informes suministrados por las mismas fuerzas represivas; indicó además que el fotógrafo de aquella época del Diario La Capital habría pertenecido al servicio de inteligencia del ejército.
Destacó también que hacía años esperaba declarar por este hecho tan significativo; siente que de alguna forma Carlos y Stella Maris lo salvaron de la muerte. Pidió que se investigue quiénes los mataron.

En la audiencia anterior se había anunciado la declaración de Mabel Moralejo, pero la testigo fue desistida.


Para el viernes la audiencia fue convocada a las 10.00 hs. Se prevé la declaración de Roberto René Achares, Ilda Raquel Picardi, Juan José Picardi y Cecilia Corvalán.

13° audiencia

El viernes 14 de marzo de 2014 se escucharon tres declaraciones. Cerca del mediodía, la primera en declarar fue Elsa Luján Luna, quien permaneció secuestrada en La Cacha 38 días.

Elsa Luján Luna

En la madrugada del 14 de abril de 1977 personas de civil irrumpieron en su casa y la secuestraron junto a su marido, Julio Beltaco, quien permanece desaparecido. Julio militaba en la Juventud Peronista y trabajaba en Hilanderías Olmos; ella no tenía militancia.
Después de un fuerte interrogatorio fueron llevados a La Cacha. El hijo de pocos meses fue dejado con la familia.
Elsa detalló en su extensa declaración las condiciones de detención en las que permaneció durante su cautiverio, el sistema de guardias, el trato de éstos, la relación entre los secuestrados, las conversaciones y datos compartidos. Destacó que gracias a Rodolfo Axat y Ana Della Croce pudo abrirse un poco al lugar y vencer el terror que la invadió desde el primer momento. Con ellos pudo compartir muchas charlas, que recuerda con sincera emoción.
Pudo ver por última vez a su marido el 26 de abril de 1977, el día de su cumpleaños; Julio cumplía 24 años y pudo conversar con él unos instantes en una habitación aparte. Elsa contó que le costó mucho reconocerlo, estaba muy golpeado y le costaba hablar a causa de las torturas. Después fue llevada nuevamente al lugar en el que permanecía engrillada y nunca más supo de él. Ella, que antes de ser secuestrada aun amamantaba a su hijo, debía sacarse la leche para no enfermar.
Entre los secuestrados en La Cacha mencionó a Esteban Cuenca, Roberto Martínez, Ignacio Cisneros, Ana María Caracoche, Antonio Bettini, Luis Arenas, Mario Icardi, Patricia Rolli, Carlos Rolli.
Supo que Cristina Marroco estaba embarazada e indicó que se comentaba que había perdido su embarazo por las torturas que padeció.
Entre los guardias y torturadores mencionó a Cabo Sabino o Sabino, Tarzán, Palito, El Francés, El Griego, El Oso.
El 22 de mayo de 1977 por la madrugada le anunciaron que saldría en libertad. La llevaron en un auto, atada de manos en el piso. Fue dejada cerca de la República de los Niños, en Gonnet, cerca de la terminal del 518. Después de recuperarse, caminó hasta el lugar y tomó un colectivo. Al bajar cerca de su casa, corrió al encuentro de su familia y pudo comprobar que su hijo había permanecido con la familia.
Elsa contó que muchas veces pensó que moriría en La Cacha; pensó en la tortura, en el miedo a involucrar a otros y en los deseos de su marido de que participara en la militancia política.

En segundo lugar declaró Sergio Daniel Beltaco, hermano de Julio Beltaco. Sergio era becario en YPF y tenía 16 años cuando personas vestidas de civil, sin identificarse, ocuparon su casa buscando a Julio. Él fue brutalmente golpeado, esposado de pies y manos y fue obligado a indicar cuál era el domicilio de su hermano, hecho que hasta el presente lo atormenta dolorosamente.

Sergio Daniel Beltaco

Después de encontrar a Julio, Sergio también fue llevado a La Cacha en donde fue interrogado bajo tortura por personas conocidas. Esa misma noche fue dejado en la zona de 7 y 524 con los ojos vendados. En cuanto pudo, regresó a su casa.
Como consecuencia de la tortura recibida esa noche, permaneció inmovilizado tres días. Al regresar a YPF, supo que había sido despedido.
Una semana más tarde, personas con uniforme militar atacaron nuevamente la casa de la familia Beltaco. Sergio fue golpeado y el domicilio saqueado.
Tiempo después, volvió a casa de su hermano para buscar objetos y ropa de su pequeño sobrinito. Una vez allí, fue atacado por tercera vez por personas sin identificar. Esta vez se encontraban emboscados en la casa de Julio, esperando capturar a algún compañero. Sergio fue golpeado y torturado con submarino mojado. Finalmente, lo dejaron ir.
Mientras su hermano permanecía desaparecido, su padre realizó innumerables gestiones. Nunca obtuvieron datos sobre él oficialmente, pero sí a través de un vecino, quien en varias oportunidades dijo que Julio se encontraba aún con vida. En determinado momento dejaron de recibir todo tipo de información sobre él.
Los crímenes cometidos en contra de Sergio nunca fueron castigados; en este juicio tampoco lo serán, ya que no está incluido entre las víctimas.

Finalmente, declaró Reinaldo José Vignolo, quien tenía un estrecho vínculo de amistad con Samuel Leonardo Slutzky. Reinaldo relató lo que supo del secuestro de su amigo e hizo referencia a las ideas políticas que lo unieron a Samuel. En el momento de su secuestro ambos adherían a una acción política no armada. También contó las consecuencias sufridas por la familia Slutzky y el duro derrotero hasta el exilio.

Reinaldo José Vignolo

Dijo que una vez abierto el período democrático fue a la CONADEP a denunciar la desaparición de su amigo. Recordó que en el momento esta denuncia le parecía inefectiva, ya que la tarea de la Comisión sólo se limitaba a la recolección de denuncias. Sin embargo, agregó, hoy piensa que aquellas lejanas denuncias permitieron que el proceso de juzgamiento sea posible.
Fue una sorpresa que Ricardo indicara conocer al imputado Claudio Grande. Como muchos otros habitantes de La Plata tuvo trato con el ex agente de inteligencia por medio de su profesión, la veterinaria: Grande fue veterinario de su perra a fines de la década del ´80.


Para el miércoles la audiencia fue convocada a las 10.00 hs. Se prevé la declaración de Daniel Bessone, Carlos Aurelio Bozzi, Mabel Moralejo y Carlos León Platz.

12° audiencia

El miércoles 12 de marzo de 2014 se escucharon las declaraciones de tres sobrevivientes, después de un largo debate de tres horas sobre los reconocimientos fotográficos.
Una vez más la actuación del defensor de Claudio Grande retrasó durante horas el debate. Manifestó que los reconocimientos fotográficos efectuados en la etapa de la instrucción por los sobrevivientes no contaron con el debido control por parte de la defensa y pidió la nulidad en un caso. Después de la intervención de todas las partes, el tribunal hizo lugar a su pedido en forma parcial.


El TOF 1 resolviendo el planteo del abogado Losinno

La primera declaración que se escuchó en esta jornada fue la de Oscar Horacio Molino. Indicó que no había tenido militancia política; había participado en la Comisión Mutual del Banco Provincia de Buenos Aires.
El 17 de febrero de 1977 fue secuestrado de su domicilio, por la noche. Esposado y encapuchado permaneció en La Cacha cerca de una semana.
De allí fue llevado con dos personas secuestradas a otro lugar, en donde permaneció tres o cuatro días; se comentaba que ese traslado se debía a las reformas que hicieron en La Cacha.
El testigo expuso sobre su permanencia en el lugar; indicó que a veces le sacaban las esposas y debía limpiar y repartir la comida al resto de los secuestrados. También se refirió a las guardias y el mecanismo de turnos que tenían.
Entre los guardias y torturadores mencionó a Babi, Pollo, Gallego, El Oso, Pablo.
Entre los secuestrados en La Cacha mencionó a Alcides Chaves y Julio César Chaves, Antonio Bautista Bettini, Jorge Horacio Moura, Esteban Cuenca, Federico Sánchez, Héctor Javier Quinterno, Patricia Milanta.
Supo además que María Rosa Tolosa estaba secuestrada allí; la conocía por ser empleada del banco. Indicó también que un guardia dijo que la joven había dado a luz mellizos. Nunca más supo qué pasó con ella. También estaba al tanto de la presencia de otra embarazada en el lugar, aunque no precisó más datos.
Contó que un día le anunciaron que lo liberarían. Le dieron ropa limpia y lo condujeron en auto hasta la zona del bosque, en donde lo dejaron en el suelo, tapado con ramas. Después de rato, Oscar se puso en pie y se dirigió a su casa. Era el 30 de junio de 1977 y habían pasado más de cuatro meses desde que lo secuestraran.

A continuación se escuchó la declaración de Patricia María Pérez Catán, quien contó detalladamente el largo recorrido por distintos campos de concentración de la provincia de Buenos Aires hasta su liberación.


Patricia María Pérez Catán
Patricia fue secuestrada el 31 de enero de 1977 en Mar del Plata por hombres vestidos de civil; en ese momento también secuestraron a su hermano, Jorge Enrique. Ambos fueron llevados a La Cueva, en Mar del Plata. Allí permaneció cerca de dos semanas y fue salvajemente torturada. Después fue conducida a La Cacha en auto.
Al día siguiente fue nuevamente trasladada a un lugar que no pudo identificar, en donde había otras personas secuestradas; allí fue interrogada. Nuevamente la llevaron a La Cacha y poco tiempo después a otro lugar que tampoco pudo reconocer. Allí permaneció aproximadamente 20 días, con cerca de 15 personas en las mismas condiciones que ella. La vigilancia sobre ellos era constante.
Al ser llevada por tercera vez a La Cacha pudo percibir que el lugar había cambiado; se habían realizado algunas modificaciones, entre ellas la pintura y la limpieza. Entonces permaneció detenida en el sótano del lugar.
Patricia se refirió a las guardias, a cierta división de tareas entre ellos, a la diferencia en el trato con los secuestrados, algunos no tan estrictos y otros sumamente sádicos
Contó además que por su vínculo con la medicina era llevada a curar heridas de otros secuestrados, preparar leche para las embarazadas o suministrar medicamentos.
A fines de junio de 1977 nuevamente fue trasladada en auto, pero esta vez para comenzar el proceso de su liberación. Fue llevada con un grupo de secuestrados a la Comisaría 8va de La Plata, en donde permaneció incomunicada en una celda de castigo. Poco tiempo después su familia fue informada sobre su paradero.
Desde la comisaría fue trasladada al Destacamento de Villa Martelli, en donde permaneció alojada mientras era sometida a un consejo de guerra. Un tribunal militar evaluó su situación en lo que Patricia llamó “una parodia de juicio”.
Nuevamente fue trasladada a la Comisaría 8va, en donde fue entrevistada por el Juez Federal Adamo. En esa oportunidad ella contó su secuestro, las torturas, la situación de detención clandestina que padeció durante meses. Sin más novedades sobre las actuaciones judiciales, el comisario le informó que quedaba en libertad. Patricia esperó hasta el día siguiente, cuando su familia fue a buscarla y pudo regresar a su casa.
En su extensa y minuciosa declaración se refirió a muchos secuestrados en La Cacha, entre ellos Ana María Caracoche, Patricia Rolli, Carlos Enrique Rolli, Daniel Crescimbeni, Héctor Manuel Irastorza, José Alfredo Pareja, Dardo Marcelo Benavides, Graciela Quesada, María Elena Corvalán, Juan Enrique Reggiardo, Roberto Luján Amerise, Alberto Omar Diessler.
Entre las embarazadas indicó que una embarazada, Elsita o Cuqui, permanecía cerca de ella. También se refirió a María Rosa Tolosa, a quien acompañó momentos antes de que la trasladaran para dar a luz; supo además que María Rosa fue torturada en el lugar.
Entre los guardias y torturadores mencionó a El Francés, Pablo, Mr. X o Tarzán, Gallego, Daniel, Jota, Palito, Griego, El Oso.
Ante la pregunta del abogado Losinno sobre las diferencias entre su declaración del año 1998 en el marco del Juicio por la Verdad y la presente, Patricia recordó aquello que es parte de la experiencia de los testigos, el miedo. Refirió cómo después de un largo y doloroso exilio regresó al país a mediados de la década del ´90 y cómo fue su primera declaración ante un tribunal, con el consecuente miedo a las consecuencias que podría tener el reconocer el rostro de asesinos y torturadores.
Su declaración finalizó con un largo aplauso del público presente y tuvo su segunda parte en una sala contigua, en donde realizó el tan debatido reconocimiento fotográfico.

Finalmente, declaró Raúl Guillermo Elizalde, quien en 1977 estudiaba Derecho en la Universidad de La Plata. Hasta fines de 1976 había militado en la JUP.


Raúl Guillermo Elizalde

El 7 de mayo de 1977 fue secuestrado en la calle, en el centro de La Plata, por personas vestidas de civil; fue llevado a La Cacha y torturado en ese lugar.
Raúl se refirió al sistema de guardias y las condiciones en las que permanecían alojados allí. Indicó que en un momento los guardias les pusieron número a las personas secuestradas, para evitar nombrarlos. Entre los guardias y torturadores mencionó a Santos, Palito, Pablo, Griego, Gallego, Cordobés, Carlitos el Bueno, Carlitos el Malo, Carlitos el Enfermero, El Oso, Jota, Willy, El Francés.
Contó además que habría existido un lugar en el que los secuestrados podrían moverse sin esposas, llamado Cachavacha Superstar. Además existía un lugar fuera del edificio en donde permanecían algunos secuestrados y se efectuaban los interrogatorios bajo tortura.
Entre los secuestrados nombró a Adriana Bontti, Liliana Pizá, Patricia Rolli, Carlos Rolli, Patricia Pérez Catán, Héctor Quinterno, Laura Cédola, José Manuel Monteagudo, Antonio Bettini, María Silvia Bucci, Nina Golberg, Daniel Crescimbeni, Elba Ramírez Abella, Antonio Bettini,
Además refirió que escuchó el operativo de secuestro de María Elena Corvalán por la radio que los guardias tenían en el lugar. Supo que mataron a su marido y que su cuerpo fue llevado a La Cacha. Dentro del lugar María Elena era amenazada constantemente con ser torturada y hacerle perder su embarazo. Después de que la trasladaran para dar a luz, no supo más de ella. También supo que Susana Beatriz Pegoraro estuvo secuestrada allí, con un embarazo no muy avanzado.
Antes de liberarlo, fue revisado para ver si aún conservaba las marcas de la tortura. Después de esto fue conducido en auto hasta el centro de La Plata. Raúl contó que después de su liberación sintió durante mucho tiempo temor; señaló además lo dificultoso que resultó volver a incorporarse a la vida que llevaba. Se mudó a Pergamino, de donde es oriundo, y luego estudió en Capital Federal.
Para finalizar, ante las preguntas del abogado Adrogué, defensor oficial, señaló la falsedad de la situación que se vivía; su detención había sido clandestina, permaneció alojado clandestinamente, custodiado por el personal de distintas fuerzas de seguridad –quienes se manejaban con nombres falsos y nadie contestaba las averiguaciones oficiales que se hacían por él.

En la audiencia anterior se había anunciado la declaración de Pedro Luis Tagliavini, pero el testigo fue desistido.


Para el viernes la audiencia fue convocada a las 10.00 hs. Se prevé la declaración de Elsa Luján Luna, Sergio Beltaco y Reinaldo Vignolo.

viernes, 14 de marzo de 2014

11° audiencia


Se escucharon en esta jornada las declaraciones de dos sobrevivientes de La Cacha y tres familiares de personas secuestradas allí.

El viernes 7 de marzo de 2014 la audiencia comenzó, como en otras oportunidades, con los planteos del defensor de Claudio Grande, el abogado Juan José Losinno. Una vez más éste se refirió a cuestiones relacionadas con la identificación por medio de fotografías de su defendido. Por otra parte, admitió que Grande se desempeñó en la perrera de Ensenada que podría alojar restos de personas desaparecidas. Losinno además aportó en el curso de la audiencia el nombre de la asociación que estaba a cargo del predio, APADA, Asociación Pro Amparo y Defensa del Animal.


A continuación Juan Alberto Bozza fue el primero en declarar. Fue secuestrado el 19 de abril de 1977 cuando salía de franco del Batallón de Comunicaciones 601 de City Bell en donde estaba cumpliendo con el servicio militar obligatorio. El Capitán Santiago Silvestre Badías retuvo al resto de sus compañeros y dejó que él saliera solo del predio. Mientras aguardaba el colectivo fue secuestrado por un grupo de hombres quienes lo trasladaron a La Cacha.





Juan Alberto Bozza durante su declaración

En su extensa y detallada declaración, Juan Alberto describió el campo de concentración y la rutina de las guardias. También se refirió a los tres interrogatorios a los que fue sometido. Como otros sobrevivientes, indicó que los interrogatorios mediante torturas eran realizados en una construcción aledaña al lugar en el que las personas secuestradas permanecían esposadas y encapuchadas.
Contó que su militancia en el PTS se había visto interrumpida en abril de 1976, cuando se incorporó al servicio militar obligatorio. Entonces perdió contacto con sus compañeros y la vida social.
Destacó además que la visión política de sus interrogadores representaba una visión aplastada de la realidad, de un discurso elemental, básico, que encuadraba todo en una macro conspiración comunista. Indicó también que algunos de ellos tenían una especial inclinación a la depravación. Por otra parte, había un grupo de guardias cuyo vínculo con los secuestrados no estaba mediado por la coerción.
Refirió que en una oportunidad un grupo de secuestradores ingresó en La Cacha entonando un himno falangista; Juan Alberto recordó las estrofas que ilustraban la formación ideológica de aquellos: Calzame las alpargatas, / dame la boina, carga el fusil. / Me voy a matar más rojos, / que flores tiene mayo y abril.
Este himno le era conocido, ya que los grupos de ultraderecha como la CNU solían entonarlo en la Facultad de Humanidades de la Universidad de La Plata en la época. También recordó que la facultad había sido ocupada por el BIM 3 a partir del golpe de marzo de 1976.
Entre los guardias y torturadores mencionó a Amarillo, El Francés, El Inglés, El Oso, Pollo o Pollito, Palito, Jota, Gallego, Pablo, Santos, Mr. X o Tarzán, El Griego, Carlitos el Bueno, Carlitos el Cordobés, Carlitos Puente Roto, Pájaro Loco o Pájaro, Julio, Willy.
Entre las personas secuestradas en La Cacha mencionó a Juan José Torres, Carlos Enrique Rolli, Nora Patricia Rolli, Antonio Bautista Bettini, Rubén Oscar Contardi, Elba Leonor Ramírez Abella, Rodolfo Jorge Axat, Ana Inés Della Croce de Axat, Patricia Mária Pérez Catán, Guillermo Marcos García Cano, Alejandro Horacio García Martegani, Claudio José Fortunato.
Entre las mujeres embarazadas mencionó a Cristina Lucía Marroco y su esposo, Félix Eduardo Picardi; también a María Elena Isabel Corvalán. De ella recordó que podía caminar un poco y que a veces podía comer un poco de carne.
Cerca del mediodía del 28 de junio de 1977 le dijeron que sería liberado. Por la noche fue llevado en el suelo de un auto hasta un descampado. Se encontraba cerca de su casa y volvió hasta allí corriendo, después de más de dos meses de desaparición.
Al día siguiente se reincorporó al batallón. Allí fue castigado con un año más de servicio militar por haber sido calificado como desertor. Al momento del secuestro sólo le faltaban 20 días para que le dieran la baja.
Indicó que durante 1976 supo de algunos conscriptos que participaron como apoyo en operativos; en este sentido, recordó un ataque a unos edificios ubicados en Villa Elisa.
Tiempo después de terminar el servicio militar obligatorio se reincorporó a la carrera de Historia y pudo terminar el profesorado.
Juan Alberto pudo comprobar en el año 2000 que las tareas de inteligencia sobre él y sus compañeros de militancia habían comenzado ya en febrero de 1974; información sobre reuniones políticas de la época había sido recopilada por la DIPPBA desde entonces.

En segundo lugar declaró Mariano Carlos Slutzky, hijo de Samuel Leonardo Slutzky. Describió cómo fue secuestrado su padre el 22 de junio de 1977 y cómo se desarrolló el operativo en su casa mientras toda la familia era despertada en la noche.



Mariano Carlos Slutzky

Luego se refirió a la larga trayectoria política de su padre, sus relaciones familiares, sus ideas, la carrera como médico que desarrolló durante años, dedicándose en el último tiempo a sus tareas como coordinador de unidades sanitarias de La Plata.
Supo que las tareas de inteligencia sobre su padre databan, por lo menos, desde el año 1962, después de su primer arresto por razones políticas.
Su tío paterno, Daniel Slutzky, fue secuestrado en julio de 1976 durante 15 días. Su tío materno, Ricardo Svenson, fue asesinado en enero de 1977. Pocas semanas antes del secuestro de su padre, la revista Somos publicó un artículo sobre Taco Ralo en el que se difundían los nombres de Samuel y sus compañeros. Mariano indicó entonces que por todo esto el secuestro de su padre no fue sorpresivo; pero sí lo fue para él el nivel de violencia.
Poco después su familia recibió un llamado telefónico; un liberado indicaba que su padre se encontraba con vida. Un amigo policía de la familia les confirmó que estaba detenido en un “aguantadero”.
En esa época muchas personas del entorno fueron secuestradas; otras se alejaron; pero también contaron con la solidaridad de vecinos y amigos y algunos miembros de la familia que los ayudaron a sobrellevar las circunstancias.
Se hicieron múltiples diligencias para averiguar el paradero de Samuel, tanto en el país como en el exterior. Ninguna tuvo resultados positivos. No encontraron apoyo tampoco en las instituciones judías.
En 1978 Mariano se exilió en Holanda. Allí continuó estudiando y se hizo periodista. En 1995 en un viaje a Argentina supo en dónde había permanecido secuestrado su padre. A partir de entonces se acercó a los sobrevivientes de La Cacha que sabían algo de Sami, Silvia Bucci, Héctor Javier Quinterno, Rubén Gustavo Jaquenod, María Elvira Luis. Le contaron que permaneció en la parte superior de La Cacha y que fue muy torturado.
Indicó además que El Oso, el imputado Acuña, conocía a su padre desde la detención en la Unidad 9 antes de 1973. Ya entonces Acuña tenía fama de ser una persona brutal, antisemita, con un odio feroz hacia los presos políticos.
En 2013 Mariano regresó a Argentina. Expresó que los homenajes que se le hicieron a su padre representaron una instancia terapéutica y manifestó su profundo agradecimiento a los organismos de derechos humanos, que son los que han logrado que la justicia siga adelante. También contó que como periodista pudo cubrir el avance de los juicios en distintos países y encontró que la Argentina ocupa una posición destacada en esto, aunque sea tardía.
Antes del final de su declaración, pidió que los jueces dicten una sentencia condenatoria no sólo por la privación ilegal de la libertad y los tormentos que padeció su padre, sino que condenen a los responsables por su muerte.
Mariano finalizó leyendo dos cartas que su padre les envió a su hermana y a él desde la Unidad 9, evocando así sus más delicados sentimientos y el amor que tuvo por sus hijos.

Después de un cuarto intermedio, fue el turno de otra hija, Julia Pizá. Su madre, Liliana Pizá, fue secuestrada el 26 de abril de 1977 y llevada a La Cacha junto a Elba Leonor Ramírez Abella.



Julia Pizá

Julia expuso detalladamente las circunstancias en las que se desarrolló el operativo de secuestro de Liliana. En esa oportunidad su padre, Alberto Paira, y Arturo Baibiene fueron asesinados. Ella y los hijos de Arturo, Leticia y Ramón, permanecieron bajo la custodia de desconocidos. Julia tenía entonces 5 meses.
Su abuelo materno había sido encarcelado en Rawson como rehén hasta que secuestraron a su madre. Su tía Diana Pizá y su marido, Víctor Tomaselli, también fueron encarcelados. Su tío paterno, Daniel Paira, fue secuestrado y alojado en El Banco y El Olimpo.
Julia refirió también la larga historia de militancia que tenían en su familia y la persecución que sufrieron desde 1974. En este contexto, su madre debió inscribirla con su apellido de soltera cuando nació el 1° de noviembre de 1976.
A lo largo de su declaración, Julia pudo exponer la investigación que durante años llevó adelante para conocer cuáles fueron las circunstancias en las que desapareció su madre y poder encontrar a los responsables. Evocó los encuentros con vecinos de Berisso, cuyo testimonio fue fundamental para saber cómo fue asesinado su padre. Supo que el BIM 3 saqueó la casa y se ocupó del traslado de los cuerpos sin vida de Alberto Paira y Arturo Baibiene; que un tal Comisario Taborda se jactaba de haberlos denunciado y que ella y los otros niños pasaron la noche del operativo en casa de un tal Espina de la Vucetich.
Julia también proporcionó documentación que avalaba la reconstrucción que hizo verbalmente. Citó artículos de prensa de la época publicados por El Día, La Razón, La Nación, La Gaceta, La Nueva Provincia, en el que daban cuenta del operativo. También aportó copias de los certificados que avalan las irregularidades cometidas en la documentación relativa a la muerte de su padre. Intervinieron en estos trámites el Dr. Dalbon, el médico Ciafardo, Héctor F. Rodríguez, Héctor Luccetti y la empresa funeraria Beti.
El cuerpo de su padre les fue entregado con la condición de ser enterrado como NN. Julia inició los trámites correspondientes para poder rectificar esta injusticia, además de tramitar la rectificación de su identidad para poder llevar el apellido de su padre.
Su abuelo materno realizó innumerables gestiones para encontrar a su hija desde el primer momento de su desaparición. Todas fueron infructuosas. A través de los sobrevivientes supieron sobre la detención de Liliana y las torturas que padeció. También que recordaba a su hija recién nacida permanentemente.
Julia habló también sobre el sufrimiento que toda su familia padeció esperando a Liliana, sin saber nunca qué pasó con ella. Sus abuelos murieron esperando saber. El dolor de la familia fue revivido permanentemente con la incógnita. Pero siempre persistieron en la búsqueda de justicia, apostando a la política como forma de cambiar las cosas. Señaló que algo de justicia encontrarían al condenarse a los responsables no sólo por las torturas sino por los asesinatos cometidos.
Hay que recordar que los crímenes cometidos en perjuicio de Alberto Paira no son contemplados en este juicio.

A continuación se escuchó a Diana Pizá, hermana de Liliana Pizá. Ya su sobrina había narrado parte de la persecución de la que fue objeto su familia. Diana se refirió en primera persona al seguimiento del que fueron blanco desde 1974 como estudiantes. Fue secuestrada y torturada en Trelew durante tres días. Luego fue trasladada como presa política a la Cárcel de Devoto, en donde permaneció hasta agosto de 1980.


Diana Pizá declarando ante el TOF 1

Allí supo sobre las condiciones del secuestro de su hermana Liliana a través de Patricia Rolli en 1978, quien la había visto en La Cacha. Años después también supo de ella a través de María Elvira Luis, Raúl Guillermo Elizalde, Patricia Pérez Catán, Ana María Caracoche.
Diana destacó el dolor permanente en la familia por la desaparición de Liliana. También lo importante que resulta para ella el dar testimonio de lo sucedido y el poder manifestar su expectativa por que los responsables paguen su culpa.

Finalmente, declaró Claudio José Fortunato, quien había ingresado en el ejército en enero de 1977. El 25 de marzo de 1977 salió de franco en el Regimiento II de Córdoba. En una estación de servicio de YPF fue secuestrado por un grupo de hombres, quienes lo condujeron a La Perla. Allí fue torturado y permaneció secuestrado cerca de dos semanas.



Claudio José Fortunato

Claudio había militado en la UES y en la Juventud Peronista en La Plata. Desde Córdoba fue trasladado en avión con otros muchachos y una chica hasta Buenos Aires.
Desde allí lo llevaron a un lugar que no identificó, en donde permaneció esposado durante un día. El día de su llegada se llevaron a muchas personas de ese lugar.
A la noche siguiente lo llevaron en auto a La Cacha, en donde permaneció encapuchado durante tres meses. Supo entonces que por allí habían pasado sus compañeros de secundario.
Claudio se refirió a las condiciones en las que estaban detenidos allí y las torturas que sufrieron.
Entre los secuestrados que permanecieron en La Cacha mencionó a Patricia Milanta, Daniel Talerico, Silvia Inés Cavecchia, Patricia Rolli, Héctor Javier Quinterno.
Mencionó a una embarazada que había sido secuestrada en 7 y 90, con un embarazo avanzado. Los guardias le permitían caminar un poco y le habían dicho que le dejarían tener el bebé.
Claudio fue trasladado nuevamente a Córdoba en avión. Allí volvió a permanecer secuestrado en La Perla y luego en La Ribera. En noviembre de 1977 lo liberaron; ese día lo llevaron hasta la terminal de ómnibus de Córdoba en donde lo obligaron a regresar a Buenos Aires.
Claudio destacó la situación de terror que se vivía en todos esos lugares, el miedo que sintió en cada traslado de avión, la visión desgarradora al ver las condiciones en las que estaban secuestrados. Al finalizar, pidió disculpas por los compañeros que no pudo recordar después de tantos años; a ellos les dedicó un poema que recitó en el cierre de una larga jornada de testimonios.


Para el miércoles la audiencia fue convocada a las 10.00 hs. Se prevé la declaración de Patricia María Pérez Catán, Oscar Horacio Molino, Raúl Guillermo Elizalde y Pedro Luis Tagliavini.

lunes, 10 de marzo de 2014

El juicio en el CIJ

Desde el mes de febrero se pueden ver en vivo las audiencias del juicio por los crímenes cometidos en La Cacha durante 1977.
Para ello hay que acceder al sitio del Centro de Información Judicial. Agencia de Noticias del Poder Judicial, www.cij.gov.ar.
Allí, en la pestaña CIJ TV, se pueden ver las transmisiones en vivo de distintos juicios en todo el país.

Las audiencias de este juicio son transmitidas los días miércoles y viernes a partir de las 10.00 hs.

miércoles, 5 de marzo de 2014

Décima audiencia

Pasado el mediodía comenzó la audiencia del miércoles 5 de marzo de 2014, en la que se escucharon cinco declaraciones testimoniales, dos de ellas de sobrevivientes de La Cacha.

En primer lugar el presidente del tribunal, Carlos Alberto Rozanski, indicó que se dispuso el retiro de la sala del imputado Héctor Raúl Acuña, El Oso, para preservar el desarrollo normal de la audiencia; también llamó la atención del público en este sentido, recalcando que es intención del tribunal realizar las audiencias con la presencia del público.

Luego, el defensor de Claudio Grande desistió de dos testigos convocados por esa parte, Omar Ferraro y Federico Nievas.

A continuación, comenzó la primera declaración testimonial de la jornada; José Enrique Núñez declaró durante tres horas aproximadamente. Hizo un relato detallado de lo que fue su militancia, la persecución a su familia y allegados y el cautiverio que padeció en dos campos de concentración, La Cacha y un lugar cuyo nombre desconoce.



José Enrique Núñez durante su declaración

Su relato se inició con la descripción de las actividades en la época previa a su secuestro. Estudiante de economía, empleado bancario en el Banco Comercial de La Plata, se dedicó a la militancia gremial en su lugar de trabajo y la militancia social en la zona de 138 y 41, La Plata, en donde vivía. También su hermana militaba en la unidad básica del barrio. Con el golpe de estado de 1976, dejó de lado su militancia barrial para dedicarse principalmente a la actividad gremial.
Él y su familia padecieron cuatro operativos realizados por distintas fuerzas. El primero tuvo lugar antes de octubre de 1976, el segundo el 16 de ese mes, en el que fue secuestrado su hermano Carlos Nuñez de 17 años. Carlos permaneció secuestrado en el predio del BIM 3 durante 10 días; allí vio, entre otros, a una embarazada de 7 meses.
El tercer operativo tuvo lugar a mediados de febrero de 1977; fue secuestrado y llevado a lo que más tarde supo que fue La Cacha, ya que en un primer momento dedujo que se trataba del campo de concentración ubicado en Arana, conocido en aquella época como lugar de detención clandestina.
Después de describir sus sensaciones y recuerdos sobre lo que fue aquel lugar y el trato que recibió, se refirió a las funciones de las personas que lo interrogaron y torturaron, pertenecientes a distintas fuerzas de seguridad.
Se refirió también a la compleja situación de colaboración de algunos detenidos con los interrogatorios. En este sentido, indicó que no la contempló como una salida para obtener la libertad. Destacó que durante su secuestro se cerró a los demás por desconfianza y trató de mantenerse aislado, pensando a menudo en escapar.
Después de permanecer cerca de 10 días en La Cacha, fue llevado en coche con otro detenido a un lugar que no puede identificar, aunque cree que se ubicaba en una zona cercana a la costa, tal vez la Comisaría de Punta Lara. Allí permaneció 10 días más, junto a mucha gente, ubicada en un gran salón en dos filas, en colchonetas a un lado y otro, dejando un espacio en el centro.
Nuevamente llevado a La Cacha, es interrogado a menudo por El Francés, quien habría participado en el operativo de secuestro. Éste además demostraba cierto interés por conversar de temas políticos o pseudo-filosóficos; sin embargo, Núñez señaló la formación de aquel como llamativamente pobre. El Francés además le propuso su libertad a cambio de la de su hermana y cuñado.
También se refirió a Pablo como una persona con buena voz, de cierta amabilidad en el trato, que iba con regularidad por las mañanas a cumplir la guardia sobre las personas secuestradas en La Cacha.
Dijo además que en el período en el que estuvo en el otro lugar, se habrían efectuado reformas en el edificio de La Cacha. En marzo de 1977 hubo una inspección del lugar realizada por personas de alto rango, que verificaron las condiciones en las que se encontraban los secuestrados.
José Enrique salió de La Cacha con libertad vigilada; debía comunicarse con personal de Inteligencia del Ejército para informar si tenía novedades sobre el paradero de su hermana. Después de describir el procedimiento de vigilancia al que debía someterse, refirió sus esfuerzos por llegar a exiliarse con su compañera, exilio en el que permaneció hasta hace poco, sin querer recordar lo sucedido en todos aquellos años. En su regreso a la Argentina afrontó los hechos dolorosos y declaró en el Juicio por la Verdad y en la causa Amigo.
Durante el breve período que permaneció en Argentina hasta exiliarse, se contactó con Emilio Teodoro Grasselli. El cura le aseguró que hacía gestiones para ubicar el paradero y estado de las personas secuestradas. Años más tarde pudo comprobar que era mentira.
Algunas personas a las que hizo referencia fueron Oscar Molino, Adrián Blanco, María Rosa Tolosa, Enrique Reggiardo y María Magdalena Mainer.
Su hermana, María Rosa Nuñez, fue asesinada en un operativo a cargo del BIM 3 en su domicilio, calle 7 y 609 de La Plata, el 22 de abril de 1977. Su cuñado, Juan Carlos Rodríguez, trabajador y delegado del Astillero Río Santiago, pudo escapar con otro compañero. Su sobrino fue dejado entonces con una familia vecina que tenía dos hijos, la familia Achares, quienes fueron secuestrados y llevados a La Cacha. Luego, meses después, su sobrino fue recuperado de la Casa Cuna de La Plata. El cuerpo de su hermana, que había ingresado en el cementerio como NN, también pudo ser recuperado por la familia.
José Enrique pidió al tribunal que se inspeccione una zona de Ensenada en la que podrían haber tenido lugar enterramientos clandestinos. El imputado Claudio Grande habría trabajado allí. Se trata del predio en el que funcionó una perrera, denunciado hace 4 años en el Juicio por la Verdad. La Cámara Federal de Apelaciones no habría avanzado en este pedido por falta de precisión sobre la ubicación del mismo; la Municipalidad de Ensenada sólo habría avanzado en la conservación del terreno como baldío.
Además formuló dos quejas sobre temas fundamentales. En primer lugar, indicó que para que los sobrevivientes puedan hacer un reconocimiento fehaciente de sus secuestradores, el juzgado debe contar con fotos de la época, cosa que no sucede en todos los casos. Por otra parte, también manifestó la gran falta que representa el no haber allanado los domicilios de los imputados en gravísimos delitos, ya que se podría contar con valiosísima documentación que arroje luz sobre lo sucedido, además de facilitar la tarea del recabamiento fotográfico. El tribunal no emitió respuesta.
Cabe destacar que los delitos cometidos en perjuicio de José Enrique Nuñez no son tratados en este juicio.

En segundo lugar declaró Nora Patricia Rolli, quien fue secuestrada con su padre, Carlos Enrique Rolli, el 15 de abril de 1977. Ella tenía entonces 19 años.



Nora Patricia Rolli en la décima audiencia

Nora hizo un relato minucioso del operativo de secuestro y de las torturas que recibió. También describió el lugar y el trato que recibían cotidianamente. Como otros testigos refirió que la comida provenía del Regimiento 7.
Entre los guardias y torturadores se refirió a El Francés, El Amarillo, Palito, El Gordo Daniel, Carlitos El Enfermero, Carlitos El Bueno, Carlitos El Correntino, Pollo, Babi, Willy, Gallego, Mr. X o Tarzán, El Griego, Jota, Pablo, Chino, Sabino, Santos, Mostaza, Pituto, El Oso.
También se refirió a la posibilidad de identificar las distintas fuerzas que actuaban en La Cacha: inteligencia del Ejército, Armada, Servicio Penitenciario Bonaerense.
Entre las personas secuestradas mencionó a Patricia –estudiante de medicina-, María Elvira Luis, Julio Beltaco, José Luis Cavalieri, Antonio Bettini, Enrique Reggiardo, Susana Quinteros, Guillermo García Cano, Graciela Quesada, María Magdalena Mainer, María del Carmen Morettini, Claudio José Fortunato, Juan Alberto Bozza, Elsa Luna, El Corcho, El Cigüeña, Mario Gallego, Rodolfo Axat, Ana Della Croce, Liliana Pizá, Elba Ramírez Abella, Cristina Marrocco, Félix Picardi, Jorge Galmes, Laura Cédola, María Silvia Bucci, Rubén Gerenschtein, Héctor Javier Quinterno, Raúl Guillermo Elizalde, Patricia María Pérez Catán, Daniel Crescimbeni, Roberto Amerise, Néstor Torrillas, Alberto Diessler, Mirta y Judith y Nora Formiga y Elena Arce –en la Comisaría 8va-, Julia, Carlos Weber, María Seoane, la Gallega, Patricia Milanta, Silvia Cavecchia, Laura Katz, María del Carmen Morettini.
En cuanto a los partos en cautiverio, refirió que el guardia conocido como Pablo fue quien le informó a Enrique Reggiardo que su esposa había tenido mellizos. También supo de la presencia de otra embarazada antes de que ella llegara al lugar y el de una embarazada Elsita, Cuqui, liberada.
Cerca del 30 de junio de 1977 le avisaron que sería liberada. Fue llevada con un grupo de personas a la Comisaría 8va de La Plata, en donde permaneció cerca de un año, y de allí a la Cárcel de Devoto. Su padre fue llevado a la Unidad Penal 9.
Nora relató además cómo se modificaron las relaciones con familiares y conocidos, el apoyo de amigos y vecinos y el sentimiento que tuvo durante años de aislamiento especial. Después de ser liberada, fue juzgada por un consejo de guerra, que la condenó a quedar inhibida para trabajar en cargos públicos, lo que tuvo consecuencias para su desempeño laboral durante años. También se refirió al miedo y la sensación de persecución que se revive al tener que declarar, pero también en la trascendencia del hecho de poder brindar datos a los hijos de las personas con las que estuvo; eso y el poder ayudarlos con datos sobre sus padres trasciende el miedo.

En tercer lugar se escuchó la brevísima declaración de Nora María Presa, quien dijo ser vecina de Claudio Grande en Ringuelet entre los años 1976 y 1983 aproximadamente. Sólo sabía de él que trabajaba y estudiaba veterinaria. Declaró además que el imputado atendía a sus mascotas.


Nora María Presa, testigo por la defensa de Claudio Grande

Finalmente, la jornada culminó con la declaración de Ricardo Osvaldo Parodi. Si bien fue un testigo solicitado por la defensa de Claudio Grande, aparentemente por el hecho de poder confirmar que aquel no sabe cantar ni tocar la guitarra, lo cual lo diferenciaría claramente del guardia de La Cacha apodado Pablo, Parodi además estuvo casado con una María Cristina Temperoni.


Ricardo Osvaldo Parodi
Según refirió, estuvo en pareja con María Cristina Temperoni después de que ella hubiera sido secuestrada. Este hecho lo conoció tiempo después a través del padre de María Cristina, ya que ella nunca le contó detalles. Del matrimonio anterior con Rubén Contardi, secuestrado en La Cacha y desaparecido, María Cristina tenía dos hijos, Mariano y Andrea.
Ricardo se casó con María Cristina en 1984 y tuvieron un hijo, Santiago. Cuando se separó de María Cristina, el niño quedó bajo el cuidado de su madre; entonces Santiago jugaba en la veterinaria de Claudio Grande, quien además de tener una veterinaria cerca de ese domicilio estaba en pareja con la prima hermana de Ricardo, Adriana Parodi.
Indicó que su conocimiento sobre Claudio Grande es a partir de su prima Adriana. El testigo no aportó mayores detalles sobre la detención de su ex mujer ni de vínculos entre Grande y La Cacha o sus tareas de inteligencia.


Para el viernes próximo la audiencia fue convocada a las 10.00 hs. Se prevé la declaración de Juan Alberto Bozza, Gustavo Callejas, Claudio José Fortunato, Diana Pizá, Julia Pizá y Mariano Slutzky.